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ATLETISMO

Higuero logró la única medalla para España

Por LaSemana.esTiempo de lectura3 min
Deportes09-03-2008

El Mundial de atletismo de pista cubierta, celebrado en Valencia, dejó una sensación agridulce en la delegación española. El equipo nacional igualó el peor resultado de su historia, al lograr sólo una medalla, de bronce. Sin embargo, la mayoría de atletas dieron la talla y varios rozaron el podio. La cita supuso la consagración de atletas como el nigeriano Olusoji Fasuba y la explosión de varias jóvenes promesas.

El botín de la delegación española en el Mundial de pista cubierta de Valencia se redujo a una sola medalla, la lograda por Juan Carlos Higuero en los 1.500 metros. No obstante, los atletas nacionales se mostraron combativos y motivados al competir en casa. En la prueba reina del atletismo español, además del bronce de Higuero, Arturo Casado se quedó a unas décimas de entrar en el podio, e incluso se vio con la medalla en sus manos cuando los jueces descalificaron momentáneamente al vencedor, el etíope Deresse Mekonnen. A las puertas de lograr la presea se quedaron Mayte Martínez y Ruth Beitia, en 800 metros y salto de altura respectivamente. Ambas ocuparon una meritoria cuarta posición en unas finales que se les presentaron en contra, con rivales en muy buena forma. Más decepcionante fue la actuación de Concha Montaner, que competía en su tierra, pero sólo pudo quedar quinta en salto de longitud con una marca muy pobre. Pese a todo, España fue el cuarto equipo con más finalistas y el séptimo en la clasificación por puntos. Ello se dio gracias a atletas como Jackson Quiñónez, Josephine Onyia, Sergio Sánchez o Naroa Aguirre, que compitieron a un gran nivel. El Mundial también dejó la explosión de varias jóvenes promesas que prometen dar mucha guerra en los próximos años. Esta situación se dio de forma especial en los 800 metros, prueba en la que la australiana Tamsyn Lewis y el sudanés Abubaker Kaki Khamis, de X y 18 años respectivamente, dejaron claro que esta disciplina tiene futuro. La nueva promesa en triple salto masculino es cubana y se llama Arnie David Girat, que logró la medalla de plata. También tiene una joven reina el lanzamiento de peso, prueba en la que la neozelandesa Valerie Vili se impuso a todas las favoritas. Hubo favoritos que no fallaron –Tariku Bekele y Meseret Defar en los 3.000, Tyler Christopher y Olesya Zykina en 400 y Naide Gomes en longitud–, otros que además deslumbraron –la rusa Yelena Soboleva batió el récord del mundo para ganar en los 1.500– y otros que, pese a cumplir con los pronósticos, sufrieron muchos problemas. Ese fue el caso de Yelena Isinbayeva, que se mostró muy lejos de su mejor nivel y estuvo a punto de sucumbir ante la joven estadounidense Jennifer Stuczynski. Otro saltador de relumbrón, Stefan Holm, se tomó la revancha tras la decepción sufrida en el pasado Mundial de Osaka, en el que sólo pudo ser cuarto. El sueco venció en salto altura en un concurso emocionante. En las pruebas de velocidad, el nigeriano Olusoji Fasuba, uno de los corredores más regulares, aunque siempre a la sombra de otros, logró por fin consagrarse con una medalla de oro. Para ello, eso sí, se benefició de la ausencia del plusmarquista mundial Asafa Powell. Además, el polémico británico Dwain Chambers, del que su federación ha renegado tras haberse dopado, regresó a la competición tras su sanción con una medalla de plata. En mujeres, la más rápida fue Angela Williams, que evidenció la superioridad estadounidense en las pruebas de velocidad. Gracias a ello, Estados Unidos acabó líder en el medallero con un total de 13 preseas, cinco de ellas doradas. Rusia fue segunda y Etiopía tercera. La mayor decepción del campeonato la protagonizó Dayron Robles. El cubano, del que se esperaba un duelo estelar con el chino Xiang Liu por el trono de los 60 metros vayas, quedó eliminado en las series por una confusión: creyó oír que la salida había quedado invalidada y se detuvo. Tampoco tuvo suerte el checo Roman Sebrle, que tras cinco Mundiales consecutivos logrando una medalla en el heptatlon, no pudo encadenar el sexto, al verse obligado a abandonar.