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¿TÚ TAMBIÉN?

Chiquilicuatre y ZP

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura4 min
Opinión10-03-2008

En todas las elecciones hay más ganadores “de palabra” que de hecho. En éstas del 9-M, no obstante, hay dos. Y los dos, de verdad. El primero, el del “chiquilicuatre”; el segundo, el de las “ZP”. No diremos que “ha ganado España”, porque en ninguno de los dos casos parece verdad. Lo elegido por la voluntad popular no se corresponde necesariamente con lo mejor del país, ni con su mayor bien. Y cuando no se corresponde, la democracia se debilita a sí misma. No obstante, la debilidad no necesariamente lleva a la muerte, y puede hacernos más fuertes. En ese sentido, resulta de vital importancia reconocer síntomas, superar debilidades y afrontar retos. Nuestro sistema electoral, por ejemplo, merece alguna reflexión. El actual considera mucho más digno al votante de zonas despobladas frente al de las grandes ciudades; y da más valor a los partidos nacionalistas que a los de ámbito nacional. Así, un puñado de votos de Teruel vale lo mismo que miles de votos en Valencia, y 300.000 votos a Ezquerra Republicana de Catalunya valen tres diputados frente al millón de votos de Izquierda Unida, que valen sólo dos. La falta de pluralismo en Cataluña merece una especial mención. Allí, con todos los medios de comunicación son controlados por la Generalitat (y más pretensión totalizante tienen con el Consejo Audiovisual), la presencia mediática del PP es inexistente (han obtenido un 18 por ciento de los votos, cuando lo normal en el resto de España ronda el 40 por ciento), lo que hace que, como bien titula El Periódico, “Cataluña da la victoria al PSOE”. Pues sólo en esa Comunidad el PSOE saca 18 escaños al PP, cuando la diferencia en el ámbito nacional es de 15. Si Cataluña no contara, el PP hubiera ganado por mayoría. Alguno argumentará que al revés ocurriría con Comunidades como Madrid o Valencia, pero no es verdad. En ambas la representación del PSOE tanto en porcentaje de voto como en presencia en los medios es mucho más equilibrada y entra en los cánones de la normalidad. El perdedor y su niña dirán con razón que han recibido más votos que nunca, que han crecido en escaños y en porcentaje de votos, y tendrán razón. Pero no es suficiente. En el escenario de los mayores despropósitos políticos de nuestra democracia, Rajoy no ha conseguido desbancar a quien los produjo, y eso es síntoma de que algo ha hecho mal. No creo que esté incapacitado para llevar la oposición, ni para gobernar España, pero sin duda deberá renovar a su equipo y ofrecer un discurso de ideas y valores que estén más allá de la economía que, aunque él diga que “es todo”, todos sabemos que no es verdad. El ganador mediático-político (dejemos a un lado el mediático-musical), a pesar de haber engañado a sus socios y rivales políticos (Artur Mas, Mariano Rajoy…) y a sus negociandos (ETA y Batasuna), y a los ciudadanos (nos dijo que ya no negociaría con ETA y siguió haciéndolo tras el atentado de la T-4); cuenta con la confianza de casi la mitad de los españoles para gobernar otros cuatro años. Y digo casi la mitad, porque él se ha encargado de marginar a la casi otra mitad. La otra mitad que, sin haberle votado, esperamos que gobernara para todos y le dimos su confianza, como dejé escrito hace exactamente cuatro años. Pero no ha gobernado para esa otra mitad, sino para nacionalistas, los grupos minoritarios y la extrema izquierda, como lo demuestra el que los socialistas de centro dieran un escaño a Rosa Díaz y el que los votos perdidos de Izquierda Unida y Ezquerra Republicana hayan ido a Zapatero. Como le deseó Rajoy desde el balcón de Génova, yo también le deseo suerte. La vamos a necesitar, pues la suerte es el último recurso al que acudir cuando ya no queda mérito, ni valor, ni esperanza. A esa mitad de España que después de cuatro años también sabe que éste no puede ser su presidente, la invito a reflexionar. Reflexionar sobre su identidad, sobre su misión y sobre cómo proponérsela a la otra mitad. Sólo así, cuando sabemos -aunque el otro lo niegue- que tenemos más en común de lo que nos separa, y que nuestras esperanzas y sueños pueden también ser los suyos, encontraremos ese lugar donde la vida se ensancha.

Fotografía de Álvaro Abellán

$red

Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach