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UN VENEZOLANO EN COLOMBIA

¿La política diplomática o la diplomacia política?

Fotografía

Por Elías SaidTiempo de lectura2 min
Opinión09-03-2008

Una semana después de las confrontaciones diplomáticas entre Colombia, Ecuador y Venezuela, se ha logrado abrir un espacio de compromiso para dar por finalizado el escenario bélico vislumbrado estos días en la región. Como latinoamericano y residente en Colombia, la noticia del cierre de este incidente me da calma, pero también la asumo con reserva. Lo acontecido nos vuelve a ejemplificar el uso de la diplomacia como aparato legitimador de políticas e intereses particulares. Dejándose de lado la visión de ésta como un recurso más de la real politik de cada país, a favor de la comprensión y arribo de acuerdos con sus pares regionales o mundiales. La situación vivida en América Latina, nos hace reflexionar en torno al estatus que tiene la diplomacia en todos los países, de acuerdo con el grado de interés y ¨conveniencias¨ que tiene cada país de seguir o no los estamentos diplomáticos en aras al progreso y avance regional. Si bien la respuesta de Venezuela en esta crisis regional fue desproporcionada y hasta aprovechó sus estrechos lazos con Ecuador para ejercer presión contra Colombia, éste último hizo algo que resulta reprochable en cualquier contexto diplomático serio: la incursión no autorizada en territorio ecuatoriano, ya que las fronteras, derechos y soberanía de cada nación no pueden ser asumidos como elementos que están a disposición de ser violados a discreción. Es aquí, donde la política diplomática debería surgir como un recurso vital de entendimiento entre países, evitándose así repetir situaciones como las vividas a lo largo de esta semana. Por ahora, América Latina y el mundo respiran tranquilos, pero ¿hasta cuando durarán los deseos y palabras dadas en la Cumbre del Grupo de Rio? ¿Quién será el que asuma, de nuevo, la diplomacia como un instrumento que sólo sirve cuando le es de su interés? Sólo es cuestión de tiempo para responder a estas interrogantes. Lo aquí expuesto no solo atañe a los que vivimos en Latinoamérica, sino a todos aquellos que, directa o indirectamente, terminamos sintiéndonos títeres de nuestros “pseudos líderes” o representantes, los cuales aun creen que sus cargos les dan derecho a usarnos y usar la diplomacia para determinar quienes son nuestros amigos o enemigos, según sus intereses.

Fotografía de Elías Said