ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Dos mundos
Por Almudena Hernández1 min
Sociedad09-03-2008
El error que cometemos las mujeres es el de compararnos constantemente a los hombres. Tropezamos una y otra vez en esa piedra. Queremos llevar los pantalones. Y para eso, y para aprender y asegurarnos un futuro, vamos a la universidad y estudiamos una carrera, seguramente con mejores notas de media que los chicos. Ahí están las estadísticas. Luego nos adentramos en el mundo laboral y otra vez caemos en la trampa, pues nos adaptamos a ese juego que está organizado siguiendo esquemas plenamente masculinos. Y destacamos también en el mundo laboral pero, ¿a costa de qué? Sólo hay que ver los horarios y las posibilidades de promoción que se ofrece a las mujeres. Los primeros son completamente incompatibles con la vida en familia, con el diálogo en casa, con la posibilidad de compartir un tiempo precioso con los seres más queridos. En el segundo caso, para qué negarlo, aún prevalece esa idea de que las mujres somos menos rentables para las empresas. Pero seguimos ahí, luchando, trabajando a doble jornada -en casa y en la oficina-, para llegar hasta donde llegan ellos... ¿Realmente es bueno parecerse en ciertas cosas a los hombres? Otro error en el que caemos las mujeres es el de olvidar las ventajas que tenemos respecto a ellos, esas circunstancias que nos hacen más vulnerables en el puesto de trabajo, las que van ligadas a la maternidad. Pero ahí los hombres también pierden. Salvando las distancias, seguramente equivaldría a la sensación que tenemos las féminas en el mundo laboral: la de convidadas de piedra. ¿Soluciones? Pocas, utópicas, trabajosas: lograr que un día se acerquen el mundo femenino, que copa el mando del hogar y los hijos -sin mala intención o por obligación no escrita, entendemos-, y el mundo masculino, que impone sus criterios en el ámbito laboral -por los mismos supuestos-.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo