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TOROS

El Tribunal Superior de Cataluña devuelve las corridas a Olot

Por Almudena HernándezTiempo de lectura1 min
Espectáculos18-01-2004

En muchos lugares continúa vigente la imagen arcaica y rancia que algunos sectores sociales tienen de la fiesta de los toros. Van y vienen opiniones infundadas, muchas veces fundadas en la ignorancia, y se mira a otro lado cuando se dá la razón al mundo de la Tauromaquia, señores, que es ciencia y arte, como ha ocurrido recientemente con el caso de la localidad catalana de Olot.

Es verdad que estos meses de inviernos son época de letargo de acontecimientos taurinos en España, donde las noticias surgen en los despachos mientras las empresas preparan próximas ferias de inicio de temporada y los diestros planean su curso taurino. Este invierno, además, ha venido acompañado de un dolor de cabeza procedente de Europa, el decreto 1047, que casi lleva al traste a la reproducción de la cabaña de bravo española. Parece, por lo tanto, que la arcaica y rancia fiesta de los toros permanece dormida por estas fechas, aunque en América hiervan las calles alrededor de los cosos taurinos, y los toreros españoles protagonicen grandes éxitos. Qué importa. Tampoco importa la labor social y benéfica que hacen muchos profesionales del toro cuando la temporada ha tocado a su fin, participando en festivales a beneficio de causas que permanecen en el olvido del resto de ciudadanos de bien: damnificados de desastres naturales, personas con discapacidad, ancianos. Lo decíamos líneas arriba, la fiesta de los toros es rancia. En todo esto, ha surgido la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, en la que manifiesta que el Ayuntamiento de Olot no tiene competencias sobre las corridas y que, por ello, no puede pronunciarse al respecto. Este es el resultado de una situación que comenzó a fraguarse en mayo de 2000, cuando una moción pedía la prohibición de corridas de toros en las que se diese muerte al astado en público. Por un sólo voto de diferencia (nueve contra ocho y tres abstenciones) la moción, ahora sin validez, prosperó.