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Más de 500 soldados estadounidenses mueren desde el comienzo de la guerra

Por Salva Martínez MásTiempo de lectura2 min
Internacional18-01-2004

Los ataques de la semana pasada y los ya sufridos por las fuerzas de ocupación, provocan un cambio de estrategia. Dicha modificación era necesaria en un Iraq que resulta cada vez más incómodo.

Las fuerzas militares que ocupan Iraq llevarán a cabo un cambio en la manera de afrontar la guerrilla en las próximas fechas. Este hecho supone una reducción del número de tropas estadounidenses desplegadas en Iraq. La única cosa que no cambia es la violencia. El pasado domingo, una bomba explotaba delante del palacio presidencial, o sea, delante de las oficinas del administrador americano, Paul Bremer. La detonación, de unos 500 kilos de explosivos ocultos en un Toyota, mataba a 23 personas y herían a casi un centenar. El sábado pasado tampoco estuvo falto de actos contra las fuerzas de ocupación. Ese día una bomba explotaba al paso de un vehículo blindado estadounidense. La coraza del vehículo no pudo impedir la muerte de cinco ocupantes y las heridas que la deflagración causó a otros soldados. Las víctimas elevan el número de soldados estadounidenses muertos a una cifra superior a los 500 desde que comenzara la guerra en Iraq el pasado marzo. Pero no sólo se han registrado muertes en el seno del Ejército estadounidense pues 17 iraquíes murieron en diversos incidentes la semana pasada. El carácter violento del Iraq post-Sadam manifiesta que “el después de la guerra es más difícil que la guerra en sí”, señala Pierre Cornesa, uno de los consejeros del presidente de la Compañía Europea de Inteligencia Estratégica (CEIS). La indefinición de las políticas de la Autoridad Provisional de la Coalición (APC) también traen consigo una intranquilidad que no plantea dificultades, todavía. Los chiíes iraquíes se manifestaron el pasado jueves reclamando elecciones directas e inmediatas. El representante del ayatolá Alí Al-Sistaní, Alí Hakim Al Safi, declaraba: “no queremos violencia, pero si la situación lo exige el pueblo tomará sus responsabilidades frente a las fuerzas de ocupación”. Los representantes de la comunidad chií, representantes del 60 por ciento de población iraquí, se quejan por la aversión manifiesta de la APC a realizar la transferencia de poder a los iraquíes. Otro hecho que tiene como protagonista a la APC es la cuestión de las liberaciones, ahora convertida en cuestión de los detenidos. Si hace dos semanas iban a ser amnistiados al menos 500 delincuentes comunes, la semana pasada la organización pro derechos humanos Human Rights Watch hacía publico que en Iraq se arrestan a un centenar de personas al día. Esta cifra adquirió semejante ritmo a partir de la detención de Sadam Husein el 13 de diciembre pasado. Sobre este arresto, las condiciones de la captura de Sadam presentadas por el Ejército estadounidense han sido puestas en duda por el periodista Abdul Hamd Al-Sahi. Éste afirma que el dictador no fue arrestado gracias a una operación militar exitosa, sino que Husein negoció las condiciones de su arresto.