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TOROS

La Feria de Otoño: crónica de un despropósito I

Por Almudena Hernández PérezTiempo de lectura2 min
Espectáculos05-10-2003

Los toros de El Pilar por el suelo. El segundo de ellos, saltó al callejón y montó un estropicio. Alfonso Romero, mozo de espadas de Salvador Vega, resultó herido de gravedad. Después, alguien abrió la puerta del callejón y el toro embistió a un trabajador de televisión. Vega, que debutó como matador tuvo una triste confirmación de alternativa en la primera plaza de toros del mundo, en la que los toreros desobedecieron a una autoridad en ocasiones falta de criterio.

Fue el sábado día 4. El público estaba pasota y permitió con resignación el atraco y se conformó. Encima, sopló el viento. Evidentemente. En otoño sopla el viento y no se puede torear. En otoño, en Las Ventas, sobre todo, sopla el viento y suerte que no llueva. En los tendidos de sol, hubo sin embargo calor. Mucho calor y demasiada cerveza. La mezcla de ambos y la sinrazón de unos pocos condujo a un altercado que la Policía tardó en solucionar. Estaba lejos. Mientras, un toro pedía la muerte tumbado en el suelo sin siquiera haber recibido un espadazo. ¡Qué triste! Minutos después, una mujer se desmayó también en los tendidos de sol y no llegaron las asistencias. Menos mal que la de esa tarde, en la que además se devolvieron dos toros al corral, era una corrida de arte. En medio de tal espectáculo quedaron en el triste anonimato los nombres de los artistas Javier Conde y José Antonio Morante de la Puebla. Al confirmante Salvador Vega habrá que verlo en mejores circunstancias. Esta fue la segunda de las tres tardes que forman la primera parte de la Feria de Otoño. Un serial que la empresa de Madrid aprovecha para limpiar corrales y cumplir compromisos con algunos diestros y que obliga al abonado a pagar para no perder su localidad la próxima feria de San Isidro. Esta primera parte de la feria, no obstante, tuvo como prólogo una novillada de Juan Manuel Criado -con alguna res bastante blanda- en la que Fernando Cruz cortó una oreja. El domingo, los toros portugueses de Palha destacaron por su trapío. Sopló el viento y el público sólo pudo degustar de las labores lidiadoras de Luis Francisco Esplá y su peón Rafael Perea Boni, gran torero en toda la amplitud de la palabra. Se aplaudió a un toro con el que no se acopló Eduardo Dávila Miura y Jesús Millán perdió la oportunidad.