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SIN ESPINAS

De lo Escrito sobre Escrivá (II)

Fotografía
Por Javier de la RosaTiempo de lectura2 min
Opinión07-10-2002

Con ocasión de la proclamación como santo de Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, a los efectos hoy ya San Josemaría, he tenido la oportunidad de observar diversos fenómenos en la prensa de nuestro país. Me ha interesado sobremanera reparar en el tratamiento de cada uno de los medios ante este importante suceso eclesiástico. La verdadera medida de lo que es este hombre la han dado tanto aquellos que se han encargado de denostarlo explícitamente esta semana como aquellos que lo han ensalzado. Sin embargo, por primera vez he advertido un fenómeno singular entre los fieles del antaño monseñor. La gran mayoría ha sabido seguir las palabras del actual prelado del Opus Dei, Javier Echevarría: “Este es un momento para la humildad, no para el triunfo”. En cuanto a páginas y a tinta utilizadas para hablar del santo 764 de la Iglesia Católica, he encontrado más referencias a favor que en contra. No quiero decir, porque no lo sé, que eso signifique que tiene más seguidores que detractores. Sin embargo, las críticas han sido tan voraces y descaradas, que han descarnado y desenmascarado tanto más a sus autores que aquellos otros que han preferido ser más prudentes en sus aseveraciones. No criticaré ni daré el nombre de aquellos que se han dedicado a la ardua y penosa tarea de desprestigiar a este hombre porque caería en su juego. Algunos en los albores de sus soflamas ya anunciaban que serían duramente criticados por sus afirmaciones contra el nuevo santo. ¡Que curioso! Ahora los fantasmas y las conspiraciones judeomasónicas las ven aquellos que tanto tiempo dijeron que eso era el cuento de la lechera. Siempre con los mismos argumentos, y lo peor, pocos. Que si era una persona soberbia, que si iracunda, que si todavía hay ministros del gobierno que son del Opus Dei. Ven lo que, por desgracia, no es verdad: que están en todas partes. El Grupo Prisa, como siempre, se ha encargado de mostrarnos la importancia de San Josemaría con su especial dedicación para abortar cualquier feliz idea que pudiera quedarnos de la figura del oscense. Como en el momento de su canonización hace unos meses, el polanquismo ha mostrado la ingratitud de sus campañas orquestadas con una semana de antelación. Es tan penoso ver de manera tan diáfana la perversión de un medio que oculta picotazos entre sus titulares, insultos entre sus líneas y desvergüenzas entre sus páginas, que dan ganas de olvidar la profesión que uno tiene. Ya quedó patente mi opinión sobre San Josemaría. Diez meses después, sólo puedo decirle a los más de 300.000 peregrinos que han seguido con fidelidad a su líder, que por sus frutos le conocerán.