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ALEMANIA

Schröder y Fischer repiten en la cancillería pero con cuentas pendientes

Por Vicente García GandíaTiempo de lectura3 min
Internacional29-09-2002

"Parece ser que no hemos logrado todo lo que nos hemos propuesto, pero no hay motivo para poner en duda que nos encontramos en el camino indicado". Con estas palabras resumía Schröder los resultados de las últimas elecciones berlinesas. Y es que a pesar de que los socialdemócratas repiten en la cancillería alemana por otros cuatro años, Schröder no tuvo más remedio que reconocer que su partido había perdido a más de un 2,4% del electorado frente al resultado de las legislativas de 1998.

En efecto, los rojiverdes vuelven a dirigir Alemania pero con asuntos pendientes. Los conciudadanos de Schröder le han pasado factura en estos últimos comicios por incumplir su promesa de reducir el paro de una de las naciones más fuertes de la UE. “No os quepa ninguna duda de que la reducción del paro será nuestro principal mensaje electoral en el 2002”, auguraba ya en una rueda de prensa hace dos años. Eso sí, durante la campaña, el renovado canciller evitó el asunto del paro en sus mensajes a los militantes y optó por el peligro de una guerra contra Irak como forma de desviarse de los verdaderos problemas del país. Por lo demás, sus gestiones durante las inundaciones que devastaron Alemania del este y su capacidad de oratoria mediática redujeron a Stoiber a la figura de una bávaro campesino. El trabajo estaba hecho: después de dos debates televisivos, el último de ellos decisivo, los socialdemócratas y Fischer caminaban imparables hacia el Bundestag. Tanto es así, que pocos días antes de la cita ante las urnas se encomendaba a lo que definió como “un generalizado sentimiento de justicia entre los alemanes, que nos darán una segunda oportunidad”. Mientras tanto, Stoiber parecía confiado por unas expectativas y encuestas de opinión que parecían darle la victoria segura. El líder conservador creyó incluso ganar las elecciones ya en julio y, más aún, el día de los comicios, a las seis y media de la tarde, apareció en público para anunciar que “Wir haben die Wahl gewonnen” (“hemos ganado las elecciones”). Pero nada más lejos de la realidad: el descalabro de los liberales, que esperaban el apoyo de un 18% y apenas alcanzaron el 8%, les dejaba sin un apoyo imprescindible para llegar al poder. Después de este fracaso de la Unión Democristiana Stoiber volverá a Baviera y dejará a Angela Merkel al frente de un partido que ya la ha proclamado líder natural. Tras una intensa noche electoral en la que las especulaciones ocupaban el vacío de unos datos definitivos que nunca parecían llegar, los dirigentes alemanes no han cambiado pero tendrán que trabajar para llevar a cabo unas reformas que no han acometido en la anterior legislatura y que les han costado un descenso que no se pueden volver a permitir. La subida de cerca de un 2% de Los Verdes permitirá a los socialdemócratas volver al Bundestag a la cabeza de un Ejecutivo con 306 escaños de los 603 que hay en total. Los democristianos de la CDU / CSU lograron el mismo 38,5% que Schröder pero el reparto del resto de escaños , una de las singularidades del sistema electoral alemán, y el desastre de los liberales del FDP, les han dejado bastante lejos de tomar las riendas de Alemania. Habrá que ver ahora cómo se orientan las relaciones con EE.UU. después de que la anterior ministra alemana de Justicia comparase a Bush con Hitler y después también de que desde Washington no se haya felicitado a Schröder por su victoria y Donald Rumsfeld haya anunciado que no se reunirá con su homólogo alemán. En palabras del secretario de Defensa estadounidense la estrategia electoral del líder socialdemócrata “ha sido inútil desde el punto de vista de la eficacia y sólo ha tenido como efecto envenenar las relaciones entre EE UU y Alemania”.