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LITERATURA

García Ponce recibe el premio Juan Rulfo en la Feria de Guadalajara del libro

Por Pedro Fernaud QuintanaTiempo de lectura1 min
Cultura26-11-2001

El premio Juan Rulfo es el galardón más prestigioso de las letras aztecas. Su concesión reconoce la globalidad de la labor literaria del premiado. Mientras se concedía la distinción, la Feria Internacional de libro entraba en ebullición. Con el habitual trasiego de escritores, presentaciones de novelas y libros, muchos libros.

El veterano escritor mejicano cuenta sesenta y nueve años, Juan García Ponce, no pudo recoger el premio en persona porque una severa enfermedad, esclerosis, se lo impidió. Pero creó un vivificante discurso que fue leído por su hijo. El texto resultó especialmente esclarecedor para los que desconocían el pensamiento y la filosofía de vida del escritor: fue todo un catálogo de confesiones, afinidades literarias y encuentros cómplices con escritores. A través de esas tres vértebras, el escritor hilvanó una encendida defensa de la literatura, subrayando la formidable facultad de ésta para filtrar la vida de una manera más humana y agradable. Tal vez, su discursó quedó condensado en la devoción que profesó hacia la figura de Borges. “En Borges está la ironía y la seriedad y él logra reconciliar dos mundos tan aparentemente separados”. En paralelo a los fastos de la concesión del Rulfo, la Feria Internacional del libro ha vivido una agitada y fecunda semana de hormigueo literario. Ubicada en Guadalajara, una ciudad mexicana poblada por seis millones de personas, la feria es un espejo que calca la realidad de la urbe que lo alberga. En un inmenso recinto ferial, que se bifurca en cuatro espacios enormes, acontece un homenaje de primer orden hacia el arte de las letras. Uno de esos amplios espacios se reservan a los grandes actos. Los otros tres cobijan infinidad de salones abarrotados de personas que asisten ávidos y excitados a la presentación de un interminable reguero de libros. Con los escritores a escasos metros de todos. Entre las presentaciones más celebradas figuraron novelas como La piel del Cielo, último premio Alfaguara, de Elena Poniatowska; Retornamos como sombras, de Paco Ignacio Taibo y Una belleza convulsa, de José Manuel Fajardo, que coparon las mayores dosis de atención y reconocimiento.