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FRANCIA

El ¬tiburón¬ de Chirac que llegó a presidente

Por Luis Miguel L. FarracesTiempo de lectura4 min
Internacional06-05-2007

La República Francesa abre una nueva era, de cambio, la primera tras 12 años de mandato de Jacques Chirac. Es la era de Nicolas Sarkozy. El nuevo presidente francés culminó la pasada semana con su victoria en la segunda vuelta de las presidenciales francesas una carrera política en la que la ambición y el esfuerzo han sido sus estandartes.

Para llegar al Elíseo, Sarkozy ha tenido que sortear trampas, establecer y deshacer alianzas y, sobre todo, superar las zancadillas de Chirac, el que fuera uno de sus principales valedores durante las décadas de 1980 y 1990. El favoritismo del presidente saliente de la República por la candidatura de Dominique de Villepin para ser la cabeza visible de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) estuvo el pasado año cargada de polémica. Sin embargo, los conservadores lo tenían claro, Sarkozy estaba llamado a ser el tiburón de Chirac y de delfín de éste, el primer ministro De Villepin. Su afán de ruptura con el pasado pudo finalmente a la línea continuista de los dos pesos pesados de la UMP y ha sido capaz de superar la alternativa de izquierdas de la mediática candidata socialista Ségolène Royal. Pocos hubiesen apostado allá por los años 70 del siglo pasado, con la experiencia de mayo del 68 aún retumbando en las cabezas de millones de franceses que aquel recién licenciado en Derecho por la Universidad de Nanterre y diplomado en el Instituto de Estudios Políticos de París llegaría tan lejos. Y eso que su carrera política comenzó pronto. Con 22 años, un jovencísimo Sarkozy llegó a concejal de la ciudad de Neully sur-Seine, de la que sólo cinco años más tarde llegaría a ser alcalde. Su mandato al frente de este suburbio parisino de 60.000 habitantes sería el que poco a poco le fue lanzando a la escena política nacional. Y es que Sarkozy logró ganarse la confianza de sus conciudadanos y se mantuvo al frente del Ayuntamiento de la ciudad desde 1983 hasta 2002. Entre medias consiguió ser diputado de la Asamblea Francesa en 1988 e incluso ministro de Economía y portavoz del Gobierno del primer ministro Edouard Balladur. No obstante, su estrecha relación con éste le acabaría resultando cara. Hasta aproximadamente el año 1995 Sarkozy contaba con el apadrinamiento de Jacques Chirac en la UMP. Sin embargo, la decisión del propio Sarkozy de apoyar la candidatura antagonista a la de Chirac, la de Balladur, en la pugna por el Elíseo de aquel año suspendió las relaciones entre ambos. La victoria final de Chirac y el enfado de éste por lo que consideró una traición, le supuso a Sarkozy un destierro de la primera línea política nacional. Resurgiendo de sus cenizas No obstante, pese a la rivalidad surgida entre ambos líderes, Chirac designó a Sarkozy como ministro de Interior en el Gobierno de Jean Pierre Raffarin, otro político mediático antagonista de Sarkozy dentro del partido al que pudo sobrevivir la vida política del nuevo presidente. Y es que pese a la desconfianza mutua, Sarkozy se perpetuó en el Gabinete Raffarin como ministro de Interior y más tarde titular de Economía, Cartera en la que destacó su política liberal de reducción de la intervención estatal y de venta de capital de empresas públicas. Su fama de político laborioso y eficaz le valió un constante crecimiento de popularidad aumentado aún más cuando tras la dimisión de Alain Juppé, Sarkozy decidió presentar su candidatura para presidir la UMP. Chirac, que veía como aquel pequeño traidor se había convertido en todo un estandarte de su partido, comenzaba a augurar el jaque a la Presidencia que suponía Sarkozy. Las tensiones entre ambos provocaron una salida del Gobierno por parte de Sarkozy que sería un espejismo. Su abrumador apoyo popular le harían volver al Ejecutivo francés en 2005 como ministro de Interior del Gobierno de Dominique de Villepin, el delfín de Chirac para sucederle en el Elíseo al que Sarkozy no tuvo, tal y como pasó con Raffarin, problemas para eclipsar. En su última etapa como titular de Interior, Sarkozy se ganó el apoyo de muchos pero también las críticas de los sectores más desfavorecidos del país. Su política de mano dura ante los disturbios de otoño de 2005, durante los cuales intensificó la presencia policial y ofreció estadísticas mensuales sobre delitos, le hicieron ganarse la confianza de gran parte de la población, mientras que otros muchos le criticaron por poner en peligro las libertades civiles y ser un mero demagogo. Pero lo cierto es que los desórdenes sociales cesaron bajo su mandato para más tarde tomar medidas de prevención para el futuro. Entre ellas, la oferta de subsidios a las mezquitas del país para fomentar que los imanes enseñen valores integradores y profranceses a sus congregaciones. Pese a las polémicas suscitadas en los últimos meses, los valedores de Sarkozy, seducidos por su forma clara de hablar y de afrontar los problemas, han superado a sus detractores y han allanado su camino al Elíseo. El primer asalto fue superado con creces con más del 31,18 por ciento de sufragios y ya en la segunda vuelta el candidato conservador ha hecho valer su favoritismo sobre el filón mediático de Royal. Ante él ahora se han abierto las puertas del Elíseo, del que será inquilino durante los próximos cinco años.