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CRÓNICAS DEL ESPACIO INTERIOR

De la lotería a la tumba

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura2 min
Opinión18-01-2004

El hombre al que le tocó la lotería e invirtió su dinero en una reducción de estómago es noticia de nuevo: la operación ha acabado con su vida. Una noticia como ésta no puede evitar la reflexión sobre la ley que gobierna el mundo y que está por encima de la voluntad del hombre. Sólo caben tres respuestas: el ciego azar, el oscuro destino o la misteriosa providencia. Los devotos del azar expondrán el absurdo de esta situación, y tal vez se regocijen por semejante sinsentido, alegría que tiene aún menos sentido. Como magistralmente expone Albert Camus en El mito de Sísifo, “no hay más que un problema filosófico realmente serio: el suicidio”. Todo lo demás, viene luego. Pero si primero somos incapaces de encontrar sentido y creemos que todo es azar o, lo que es lo mismo, que todo podría ser de cualquier otra manera, sólo cabe actuar en consecuencia y negarse a vivir el absurdo. El capricho del azar podría tener, en efecto, estas paradojas: la alegría de la lotería que precipita el vacío de la muerte. El oscuro destino, esa razón poderosa y sobrenatural que acongojaba a los griegos, muestra paradojas aún mayores. La sobrecogedora creencia de que hay fuerzas ordenadas aunque desconocidas que gobiernan los designios de uno precipita el sobrecogimiento y la humildad humanas. Nos enseña la fragilidad de nuestros sueños, la menesterosidad de nuestros planes tan firmemente trazados, y nos invita a la prudencia en nuestro juicio. No obstante, si bien la humildad engendra el sobrecogimiento y la admiración en el hombre, al hacerse él pequeño y contemplar la grandeza que le rodea, no le distancia del desasosiego. Ese destino que le supera no deja de ser cruel e inhumano. Esa oscuridad de las fuerzas superiores que su inteligencia no puede alcanzar y que convierten la libertad humana en mera ilusión, no pueden satisfacer un corazón amante. “Estaba destinado a esto”, dirán los que eligen no tener elección, “no podía ser de otra manera”.

Fotografía de Álvaro Abellán

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Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

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Plumilla, fotero, coach