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ANÁLISIS DE LA SEMANA

Lo que te quiero decir

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad07-09-2003

Ahora que oyes menos deberías escuchar más. Por dos razones: porque no puedes condenarte al silencio de la cobardía y porque si no te haces escuchar y no te relacionas con los demás, el mundo podría perderse el proyecto que has de realizar como persona. Tu vida, como la de todos, es un reto que tienes que afrontar para ser feliz. Y ser feliz no es reírse un rato: puedes llorar de tristeza y ser inmensamente feliz. La felicidad es un estado de paz y armonía con uno mismo. Sé que ahora estás en plena batalla y que te dan más ganas de sacar la bandera blanca para rendirte que seguir adelante con la mucha cabeza y el mucho corazón que almacenas en tus municiones armamentísticas. Tienes la sensibilidad necesaria para hacerte notar en el ruido, en el caos de las prisas, la cotidianeidad y el monótono día a día. ¿Por qué no lo haces? Dicen que los genios siempre son raros, diferentes. Alguno de los que tienen algún defectillo de fábrica acaba ganando el Nobel. No se trata sólo de eso, de ganar un premio, ni de lograr popularidad, admiración, tampoco se trata de lo que digan los demás, de cómo quieren que seas, sino de cómo eres. Aunque tropiecen tus pies, aunque no te guste ese aspecto que muestra el espejo. Mucha gente confunde la apariencia con las características que pertenecen a cada cual y que hacen a cada uno diferente y único: las físicas y las psíquicas. Hay gordos y flacos. También hay obesos y anoréxicos y seguro que estos dos últimos no son felices. Están así porque una vez quisieron ser como otros, no supieron afrontar sus cualidades, sus virtudes y sus defectos y no supieron ser ellos mismos. Está muy manida esa expresión de que los feos pueden ser guapos –la belleza externa es efímera, caduca-, pero es verdad. Por eso hay que cuidar de todo en su medida exacta, de lo externo y de lo interno. En el término medio está la virtud. A pesar de todo la vida es bella. ¡Lo es! Aunque un accidente acabe con ella en la próxima curva; aunque caiga un rayo y nos fulmine; aunque bizquee, aunque tenga un tic, aunque me quede calva, aunque no sea tan simpática como el resto, aunque una urticaria me tiña de sarpullidos la piel y una maldita gota de agua me impida oír. Busca en el diccionario el significado del verbo oír y el del verbo escuchar. He hecho eso que dicen que no debería hacer un periodista: hablar con el corazón. Todo esto es, en resumen, lo que te quiero decir. Siento si me he metido donde no debía y si estas líneas te han hecho daño. Puedes contar conmigo. Espero contar contigo –y que no me despidan-. ¡No te rindas!

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

Las personas, por encima de todo