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APUNTES DE BANQUILLO

Falsas euforias

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes08-06-2003

Pocas veces es más cierto el refrán de Santa Bárbara –ya saben, acordarse de ella cuando truena– que con la selección española. Mal acostumbrados como estamos a entrar con una facilidad meridiana en las fases finales de los Mundiales y los Europeos, resulta que llega Grecia –después de que los jugadores y técnicos hubiesen avisado de que no era un rival sencillo– y agua la fiesta que se preparaba en La Romareda. Pues qué bien empleado para ésos que ya no se acuerdan de que hace ya tiempo, pero hubo muchos años en que para España era un éxito clasificarse para una gran competición. Conviene recordar, además, el famélico historial de títulos del combinado absoluto. ¿Por qué se justifica entonces tanta euforia? Nosotros, periodistas de la llamada prensa deportiva, tampoco contribuimos en la medida de lo deseable a bajar los humos. Algunos piensan que la clasificación se consigue sin bajarse del autobús –como si el bueno de Iñaki Sáez fuese la reencarnación de Helenio Herrera–, como si el hecho de ser considerado favorito bastase sin tener que demostrarlo. Y resulta que como la selección debe de ser tan previsible, no hay otro tema más interesante para la prensa futbolera que si un entrenador de Primera División se desdice de su decisión de marcharse a final de temporada porque cambia el presidente y tiene que renegociar su contrato, que si unos proyectos electorales que son papel mojado y no saben si tendrán capacidad financiera prometen traer el oro y el moro… iluso de mí, yo que pensaba que un hecho no era noticia hasta que se produce y se puede confirmar. Ignoro a cuántos de ustedes les produce envidia ver cómo un italiano, un argentino, un francés o un brasileño lleva con orgullo la camiseta de la selección de su país, porque han sido campeones del mundo y se identifican –a veces hasta la violencia– con la ilusión de hacer algo grande. Sin embargo, me resulta aún más contagiosa la voluntad de hierro que mantienen los aficionados de selecciones que no han ganado nunca nada, pero que nunca pierden la sonrisa y las ganas de disfrutar cada victoria. Portugal, un país tan pequeño, está volcado y con una ilusión tremenda por organizar la Eurocopa, por aprovechar la ocasión casi irrepetible de ganarla. Echando toda la carne en el asador. Pero como aquí preferimos, a lo que se ve, ir al revés que todo el mundo y aplicar esa máxima de que España, como el patrón, que se joda, después nos llevaremos las manos a la cabeza por no cuidar lo nuestro. No, si ya lo añadió cierto general franquista después de gritar que muera la inteligencia: que España y yo somos así, señora.

Fotografía de Roberto J. Madrigal