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ANÁLISIS DE LA SEMANA

Por un techo que nos cobije

Fotografía

Por Raquel GonzálezTiempo de lectura1 min
Economía07-10-2002

Los jóvenes de hoy pedimos poco: trabajar de aquello de lo que nos hemos preparado y recibir a cambio un sueldo acorde con nuestras labores. Que se nos permita construir cuanto antes una vida alternativa a la de nuestros padres. Y que eso sea cuanto antes, para no tener que esperar hasta cerca de los 30 para poder emigrar a un piso que tardaremos en pagar otros 30 años más. Los créditos van que vuelan y luego el Gobierno quiere que el consumo privado aumente. ¿De dónde? La mayoría de gente se lo gasta todo en plazos que vencen. Sólo nos faltaba a los jóvenes que nos timen cuando pagamos una cantidad nada despreciable para aprender inglés y lograr ser más competitivos en el terreno laboral. Inglés, ese idioma que nos deberían enseñar a la perfección en los centros escolares, pero cuya enseñanza es tan deficiente que tenemos que buscarnos vías alternativas para poder mantener una conversación más o menos fluida en el idioma anglosajón. A cuántos jóvenes con la cabeza llena de proyectos no les gustaría montar su primera empresa, a cuántos no les gustaría poder elegir por sí mismos el trabajo que quieren ejercer y no ir obligados por no perder los privilegios conseguidos tras años apuntados en las filas del paro. Y si esto ocurre en la próspera Europa del euro, qué será lo que les espera a los jóvenes argentinos. Con un país deshecho, con una clase política incompetente y con un sistema económico lleno de agujeros. Allí, para el 53 por ciento de la gente, porcentaje que coincide con el nivel de pobreza del país, el problema no es conseguir casa, es conservar la que poseen, y con eso ya tienen bastante.

Fotografía de Raquel González