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CRÓNICAS DEL ESPACIO INTERIOR

Corazón vasco

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura2 min
Opinión01-09-2002

Mi amigo Pablo es un corazón vasco que ha conocido mundo. Eso no sólo le distingue de algunos vascos, sino, sobre todo, de la gran mayoría de personas que no han salido de su tierra. No es necesario conocer otros lugares para rebosar humanidad, pero para no necesitarlo fuera, es necesario tener mucho mundo dentro. Otros no son capaces de ver ni dentro ni fuera. Cuando el consejero de Turismo del Gobierno vasco incluye Laredo (Santander) como una de las tierras vascas que acoge más turismo, hace gala de la ceguera que provoca la exaltación del nacionalismo. Más o menos como cuando Otegi, en un alarde de humanidad, dijo sentir mucho lo ocurrido en los “países catalanes” (la muerte de la niña en Santa Pola, Alicante). Cuando uno mide la realidad en función de sus esquemas mentales, da igual cuánta realidad se le aparezca, porque sólo conoce una, muy pobre y siempre la misma: la de su esquema. Estos nacionalistas rancios y paletos no han salido nunca de su cabeza y de su deformación infantil, aunque hayan viajado mucho. No sé si habrán estado en Laredo, Alicante, Barcelona o Santander, pero si han pasado por allí sólo habrán visto lo de siempre, su paupérrimo esquema. En sus cabezas no cabe que hay muchas españas en una sola España y que eso no supone contradicción, sino suma contrastada de fuerzas y voluntades. En sus cabezas tampoco cabe que su País Vasco y sus “países catalanes” son muchos más paisajes que los que ellos tienen previstos. Y menos parecen entender que en la Comunidad Autónoma del País Vasco tampoco hay un solo pueblo vasco, sino muchos pueblos vacos que deberían ser un sólo pueblo vasco, no por la eliminación de las partes, sino por la suma contrastada de fuerzas y voluntades. El debate de la ilegalización de Batasuna no es el de si es buen medio para luchar contra el terrorismo; sino si es necesario para proteger los derechos y libertades fundamentales de las personas. Y lo es, pues pretende evitar la maldad y división que genera ese abuso de la libertad de expresión encaminado a escindir y masacrar las diferencias, en vez de buscar la integración de voluntades. No sé qué diría de esto mi amigo Pablo, ese corazón vasco que ha conocido mundo, porque los corazones no hablan mucho de política. Pero sí obran, y sé lo que ese corazón hace: suma fuerzas y voluntades contrastadas, como, sea o no vasco, hace cualquier corazón enamorado.

Fotografía de Álvaro Abellán

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Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach