Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

La seguridad, los invitados y los adornos

Por Berta BaronaTiempo de lectura2 min
Sociedad22-05-2004

El despliegue de seguridad de la boda real no ha dejado ningún cabo suelto. Todo estaba absolutamente controlado mediante un sistema que se ha perfeccionado tras los atentados de Madrid. 1.700 fueron los invitados a la ceremonia y más de un millón las flores engalanaron la ciudad.

Entre las seis y las siete y media de la madrugada del 22 de mayo todos los dispositivos de seguridad estuvieron preparados. Unos 4.000 policías procedentes de la Academia de Policía de Avila, 13.000 agentes del Cuerpo Nacional de Policía, 4.000 guardias civiles, 400 guardias reales, efectivos militares, varios F18 y aviones Awacs de la OTAN. Este era el despliegue a lo largo de los seis kilómetros de recorrido de los Príncipes y en la catedral, conocido como operación Lazo. El segundo dispositivo, la operación Axis, consistía en labores de inteligencia a cargo de agentes en las calles cada dos metros. La tercera medida de seguridad la constituían los 200 francotiradores de élite apostados en los tejados de los edificios a lo largo de todo el paseo. La lista de los invitados estaba formada por representantes de las casas reales de más de una treintena de países, jefes de Estado y de Gobierno, así como personalidades de la nobleza, la aristocracia, el mundo de la cultura, el deporte, el arte, los medios de comunicación, etc. Alrededor de 1.700 invitados fueron llegando a la catedral de la Almudena desde las nueve hasta pasadas las diez y media de la mañana. Algunos lo hacían en autobús, otros en coche oficial, pero todos los asistentes pasearon su presencia y sus atuendos por la alfombra roja para acceder al templo. Todos menos los pajes y la Princesa de Asturias, pues el cielo no quiso esperar. Madrid lucía una imagen especial desde hacía varios días. Unos 6.000 adornos para los balcones, 35.000 metros de telas decorativas y 400 gallardetes en las calles, además de un millón y medio de flores repartidas por toda la ciudad, algunas de las cuales fueron sustraídas por los propios ciudadanos que querían llevarse un recuerdo a casa. El adorno más significativo fue el Bosque de los ausentes, erigido en recuerdo de las víctimas del 11-M en la glorieta de Carlos V, cercana a la estación de Atocha, uno de los escenarios del suceso. Cada uno de los 192 fallecidos estaba representado por un árbol: cipreses y olivos. Serán plantados en el parque de El Retiro y se erigirá un monumento permanente en memoria de todos los fallecidos.