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Instantes simpáticos de un día solemne

Por Berta BaronaTiempo de lectura2 min
Sociedad22-05-2004

La boda del Príncipe Felipe con doña Letizia Ortiz tuvo momentos divertidos y entrañables que amenizaron la celebración. Las primeras gotas del día en un instante señalado, las equivocaciones fruto del nerviosismo y las travesuras de los pequeños pajes son algunos de ellos.

La primera anécdota del día la protagonizó la lluvia. Todos los invitados se encontraban ya colocados en sus asientos y hacía su entrada en el templo la Familia Real. Unos metros antes de llegar a la puerta, las primeras gotas cayeron sobre el Príncipe y su madre doña Sofía. A partir de ese momento, el diluvio no cesaría en varias horas. Fue la causa del retraso de la novia durante quince minutos inquietaron al Príncipe. Estaba previsto que hiciera el paseo por la alfombra roja del brazo de su padre, Jesús Ortiz, pero las nubes no se lo permitieron y tuvo que llegar al templo en coche, al igual que los pajes. Dos de los momentos anecdóticos de la celebración tuvieron lugar durante la entrega de las arras. Las manos de Antonio María Rouco Varela, cardenal arzobispo de Madrid y oficiante de la ceremonia, temblaban y se le cayó una de ellas cuando se disponía a dárselas a don Felipe. Al Príncipe, por su parte, la emoción le hizo olvidarse de la frase que tenía que pronunciar al pasárselas a la novia. Debía decir: "Recibe estas arras como prenda de la bendición de Dios y signo de los bienes que vamos a compartir". Se quedó en blanco después de pronunciar las tres primeras palabras, pero pudo continuar tras leer un apunte. Los pajes también fueron protagonistas de varios momentos simpáticos. Cuando entraban en la Catedral delante de la novia, uno de los nietos de los reyes perdió un zapato y se quedó rezagado en la puerta. Tardó varios minutos en recuperarlo. Los demás, mientras tanto, no podían estarse quietos y hacer el recorrido siguiendo el protocolo. Durante la ceremonia, pudimos ver a Victoria Federica de la mano de su padre, Jaime de Marichalar, bailando al son de la música. Y la mayor travesura fue protagonizada por Felipe Juan Froilán, el mayor de los primos, que se levantó a dar una patada a otro de los pajes. Pero aún se reservaba otra trastada. En el momento de posar para la foto de familia, el primogénito de la Infanta doña Elena quiso inmortalizarse al lado de su tío Felipe y corrió hacia él y le cogió de la mano que tenía libre.