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ANÁLISIS DE LA SEMANA

Comercio con quien me da la gana

Fotografía
Por Gema DiegoTiempo de lectura2 min
Economía17-01-2004

El disimulo de Estados Unidos para que no se le vea el plumero es nulo. La gran potencia mundial, cuna de libertades -y también de contradicciones-, ha vuelto a sorprender –o quizás no tanto- con su insistencia en mantener la enmienda Byrd. Estados Unidos quiere el libre comercio, pero sólo cuando a él le posibilite multiplicar sus beneficios, y sólo en los sectores que no tiene competidores. Cuando sus productos son más caros, más débiles, y de peor calidad que los de otros países, Estados Unidos tiene que proteger su pobrecita economía y a sus pobrecitos empresarios para que se queden con toda la tarta consumidora americana. Así, Estados Unidos da ayudas a los productores que sufren dumping por parte de otras compañías europeas, pero en cambio no duda en pedir una apertura del mercado de todo el continente americano para que sus productos no encuentren trabas y se exporten a diestro y siniestro. Qué gran oportunidad, aprovecharse de todas las materias primas de la selva amazónica, la capacidad agrícola-ganadera argentina, los cultivos de Centroamérica, todo a precio de coste y sin pagar aranceles, y a cambio colocar carísimos productos manufacturados en un apetitoso mar de consumidores de países en expansión. Unos territorios ya invadidos a través de modas culturales. El lugar perfecto donde desviar la ingente y barata producción que se ha trasladado a los países de Asia del Este, los más atrasados y los que tienen la mano de obra más barata, y a los que así se da un pedacito de pan limosnero para que crezcan un poquito –lo justo- este año. Dice Aznar que la UE debería liberalizar sus intercambios comerciales con Estados Unidos. A lo mejor hasta es buena idea. Pero va a ser mejor esperar a que Estados Unidos se cargue sus fronteras económicas con Sudamérica, y así la UE puede volver a invadir el subcontinente y despegar de nuevo con un redescubrimiento económico. A ver si así Alemania levanta cabeza y las empresas no tienen que hacer los apaños de Parmalat para ganar dinero.