ORIENTE PRÓXIMO
Dimite el primer ministro palestino e Israel ataca un campo de refugiados en Siria
Por Txema García3 min
Internacional12-10-2003
Las discrepancias en el seno de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) vuelven a poner en evidencia las luchas de poder entre los representantes palestinos.
El primer ministro palestino, Ahmed Qurei (Abu Alá), presentó el pasado jueves su dimisión después de que el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yasir Arafat, intentara destituir al nombrado ministro del Interior, el general Naser Yusef, y muy poco después de que se aplazara la sesión del Parlamento en que el nuevo primer ministro iba a dar a conocer el programa del Gobierno. Qurei se convirtió, de este modo, en el segundo primer ministro palestino dimisionario en poco más de un mes tras Abu Mazen. El fondo de ambas decisiones fue el mismo: la reticencia de Arafat a ceder el control de las fuerzas de seguridad palestinas, integradas en la cartera de Interior. Tras duras negociaciones, Arafat y Abú Alá, acordaron que el nuevo Gobierno será un Gabinete de Crisis, del que formarán parte siete ministros además de Abú Alá y que tendrá el plazo de un mes para recibir el voto de confianza del Consejo Legislativo Palestino (Parlamento), o incluso podría ampliarse a un ejecutivo regular más amplio, según la Ley Básica. En el plano militar, la semana comenzó con el ataque del Ejército israelí al campo de refugiados de Ein Saheb, situado a unos 30 kilómetros de Damasco, ya que, según fuentes de Israel, era un campo de entrenamiento del Yihad Islámico. La operación se realizó en réplica al atentado suicida que este grupo terrorista perpetró horas antes y que ocasionó la muerte a 19 personas en Haifa. Damasco reaccionó de inmediato y forzó una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para condenar la medida del Ejecutivo de Sharon, aunque la postura de Israel de extender la guerra antiterrorista fuera de su territorio fue respaldada en Nueva York por EE.UU. y Reino Unido. El primer ministro israelí, Ariel Sharon, advirtió, en su primera declaración pública después del ataque, de que no dudarán en “golpear a sus enemigos en cualquier lugar y por todos los medios”. La tensión bélica también se trasladó a la frontera con el Líbano y a las zonas ocupadas de Gaza y Cisjordania. Fuentes libanesas aseguraron que la artillería israelí disparó contra posiciones en el interior de Líbano, cerca de las controvertidas granjas de Cheba -estratégico enclave en la frontera que separa a ambos países y Siria-, así como con ametralladoras pesadas las cercanías de las aldeas de Kfarhiba y Adeisse, en la misma zona. El Ejército israelí reforzó con artillería la frontera con este país, tras el ataque lanzado supuestamente por la milicia Hizbulá, que costó la vida a un soldado. Además, dos soldados israelíes y un palestino resultaron heridos cerca de un control militar en los alrededor de Tulkarem (Cisjordania), al inmolarse un terrorista palestino junto a él. Finalmente, tropas israelíes llevaron a cabo una operación militar que duró varios días, contra el campo de refugiados y en la ciudad de Rafah, en sur de la franja de Gaza y que costó la vida a ocho palestinos y heridas a otros 65. Durante el mencionado ataque, el Ejército destruyó, según fuentes palestinas, 40 viviendas y dejó sin hogar a 150 personas. Según Israel, el objetivo de la incursión era destruir entre 10 y 13 túneles excavados entre Rafah y el territorio egipcio, utilizados por palestinos para introducir armas de contrabando.