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TOROS- FERIA DE SAN ISIDRO

Los novillos de Fuente Ymbro, Uceda y Montes salvaron la segunda semana de feria

Por Almudena Hernández PérezTiempo de lectura2 min
Espectáculos25-05-2003

Si la feria de San Isidro 2003 fuese unas elecciones no habría candidatos con carisma. A este paso la afición se va a quedar sin ganas, abandona. Tampoco habría intención de voto. Han pasado dos semanas de toros desde que dio comienzo y no ha habido un éxito rotundo, a no ser el ganadero.

La afición madrileña tardará en olvidar la novillada del día 19, de Fuente Ymbro. Al sexto ejemplar del festejo se le premió con la vuelta al ruedo y el mayoral, emocionado, saludó desde el tercio al finalizar la corrida. A pesar de esta excepción, la feria se ha ido poniendo cada vez más negra. No ayudan demasiado los toros, muchas veces descastados, otras tantas inválidos y los toreros, también los jóvenes, carecen ambición. Sin ganas de comerse el mundo están los novilleros, que son quienes deben pegar los mordiscos más fuertes. Raúl Velasco, consciente de que no podía meter su tenedor en el plato de la Fiesta, se cortó la coleta en una acto de vergüenza torera de mucho agradecimiento. De negro vistió José Ignacio Uceda Leal el martes 20, que cortó una oreja después de una buena estocada. Dicen que en Madrid una buena estocada vale una oreja, y la que obtuvo Uceda simbolizaba además el premio a un torero al que la afición quiere recuperar de la promesa que fue. De momento, se ha ganado un hueco en la corrida de la Beneficencia. Tinte sombrío había dejado Joselito en su primera actuación en Madrid en esta feria de San Isidro. A la segunda de sus tardes, el día 21, acudió vestido de catafalco y oro. Oscura fue su terna, quizás para impresionar. Sonrió Joselito, derrochó torería, ganas y protagonizó momentos de buen toreo romántico. A pesar de su fallo con la espada, parece que Madrid le quiere de nuevo, algunos dirían que demasiado. Pocos entienden que lo que hay entre Joselito y Las Ventas es la redacción de una novela sublime del sentimiento, mitos y casi delitos. Del amor al odio sólo hay un paso. De negro se le tiñó la esperanza de un triunfo sonoro a Álvaro Montes el sábado 24. Se presentaba en Las Ventas y el caballero se enamoró a primera vista de Madrid. Mas el flechazo del rejón de muerte se le fue feo en su primer toro de Passanha y con la puntería se le escapó una oreja, que no el amor. Sí que se la cortó a su segundo toro, después de haber demostrado buen estilo sobre los equinos y temple en su toreo a caballo. Madrid, seguramente, le espera en otra cita.