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ORIENTE PRÓXIMO

Los atentados incrementan la incertidumbre en la región

Por Ángela González RodríguezTiempo de lectura2 min
Internacional03-11-2002

Un terrorista suicida mató a tres soldados israelíes en la entrada del asentamiento judío de Ariel, en el norte de Cisjordania. Las autoridades revelan que el atacante murió y que hay por lo menos 16 heridos, de los cuales varios están en estado crítico.

El jefe de la Policía israelí en Cisjordania, Shachar Ayalon, cuenta que una mujer gritó "terrorista suicida" al ver a una persona "sospechosa" que se aproximaba a un grupo de soldados y civiles situados cerca de una gasolinera. El hombre levantó las manos y los soldados se acercaron a él, "entonces trataron de sujetarlo y desarmarlo", dijo Yitzhak Zahavi, soldado reservista que resultó levemente herido en el ataque. "Cuando vieron que traía explosivos le dispararon dos veces", añadió Zahavi. Se desconoce si los disparos detonaron los explosivos o si el atacante logró hacerlo él mismo. Dos grupos palestinos, Hamás y las Brigadas de Mártires Al Aqsa, este último escindido de la facción Al Fatah de Arafat, se han adjudicado la responsabilidad. Tanto el Gobierno israelí como la ANP han condenado el ataque, aunque el Ejecutivo de Israel acusa a Arafat y a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) de no hacer nada mientras los “terroristas palestinos” llevaban a cabo una campaña contra civiles israelíes. Poco después del ataque en Ariel, las Fuerzas de Seguridad israelíes mataron a dos palestinos en el vecino pueblo de Naplusa. Israel se justificó diciendo que sus efectivos habían tratado de detener a los militantes, quienes abrieron fuego. No obstante, los palestinos no aceptan esta explicación y afirman que se trató de un asesinato, ya que las víctimas pertenecían al grupo terrorista de las Brigadas de Al Aqsa. Las represalias de Israel contra los palestinos no acaban aquí, ya que, según el alcalde de la ciudad cisjordana de Yenín, Haider al Shed, 50.000 habitantes de su ciudad se "mueren de sed" después de que las tropas israelíes destrozaran la red de agua corriente e impusieran el toque de queda que impide a la población salir a la calle. El Ejército ocupó la ciudad hace 10 días y destrozó las tuberías, la red eléctrica y el asfalto de todas las carreteras en una operación de castigo colectivo. La ocupación se produjo después de que un atacante suicida saliera de esa ciudad y causara la muerte de 14 personas en el norte de Israel. Mientras, los miembros de la asociación pro derechos humanos Human Rights Watch han señalado en un informe que tanto los suicidas palestinos como los que planearon dichos ataques deberían ser juzgados como criminales. Este mismo grupo afirma que incluso en épocas de conflicto, todos los ataques contra civiles son crímenes contra la Humanidad y deberían ser tratados como tales. El documento de 170 páginas critica al líder palestino Yasir Arafat y a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) por no tomar medidas para detener los ataques suicidas y llevar a los responsables ante la Justicia. "No tomar esos pasos implica un alto nivel de responsabilidad", afirma el informe.