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ARTE

La obra de Lucien Freud conmociona a los visitantes de Caixa Forum

Por Pedro Fernaud QuintanaTiempo de lectura2 min
Cultura24-10-2002

El nieto del célebre creador del psicoanálisis ha creado un universo desgarrado habitado por personas confundidas en su versión más triste y salvaje. Seres retratados con implacable crudeza por un creador que, según propia confesión, considera a las personas como “animales, como perros”.

"La gente suele decir que las pinturas de Freud son misóginas, que odia a la gente, que es una visión triste de la vida. Me sorprende, porque a Lucian le gusta la vida, ama a las personas que conoce y las pinta con pasión". Sería interesante preguntar a los espectadores de la retrospectiva de Lucian Freud (Berlín, 1922), que hasta el 12 de enero se presenta en Caixaforum Barcelona, si comparten lo dicho por William Feaver, comisario de la exposición y amigo del artista. Esas pinturas de Freud son un pasaje a la frustración, la perdida, el desencanto o la desesperación encubierta en la quietud de unos rostros, unos cuerpos llenos de vida y desgaste, soledad y confusión. Sus desnudos y retratos -que se confunden- son fieramente humanos. Miradas y modelos lejanos en su concepción y acercamiento a la tendencia danone a los que nos ha acostumbrado la iconografía popular cotidiana de los últimos lustros. Cuesta imaginarse que alguien se deje retratar por él sin deprimirse, pero en los últimos años -desde que hacia 1987 obtuvo un amplio reconocimiento internacional hasta el punto de que Robert Hughes lo definió como "el mejor pintor realista vivo"- hay cola. Baste mencionar el polémico retrato de Isabel de Inglaterra o el de la modelo Kate Moss, ninguno de los cuales está presente en esta retrospectiva que abarca desde 1939 a 2002 y presenta, en un estricto montaje cronológico, 125 pinturas, una veintena menos de las exhibidas en la Tate Britain de Londres, centro que organiza la exposición. En el centro cultural de la Fundación La Caixa en Barcelona se ofrece esta muestra hasta finales de enero. Es una buena oportunidad de conocer la expresión lacónica y cerrada de un artista poco amante de explicar sus obras. Curioso, tratándose del nieto de Sigmund Freud. "Nunca lo ha leído", explica Feaver. "Lo intentó para buscar chistes, pero creo que la visión que tiene de él es que fue un artista y un científico a la vez, y que sus teorías eran fruto de la imaginación". Una consideración un tanto inverosímil, pero reveladora quizá de parte de ese brutal afán por presentar a sus creaciones como rabiosas criaturas, elocuentes por pura comunicación gestual, caras de ausencia y cuerpos derrotados. Freud nieto, divertida paradoja de comienzos de siglo XXI, reniega de asignar cualquier a interpretación a su obra. Probablemente su genio radica en que se puede permitir esa displicencia porque sus obras inquietan y conmueven con una poderosa facilidad, una genial naturalidad.