CRISIS EN HONDURAS
Zelaya se refugia en la embajada de Brasil a su regreso a Honduras
Por Gema Martínez3 min
Internacional23-09-2009
La estabilidad política de Honduras pende de un hilo. El regreso "por sorpresa" del depuesto mandatario Manuel Zelaya a Tegucigalpa sitúa al país hondureño al borde del abismo. El gobierno de Micheletti impone de nuevo el toque de queda y realiza detenciones, mientras afirma que negociará con Zelaya siempre y cuando éste reconozca la próxima convocatoria de elecciones, prevista para el 29 de noviembre.
El 28 de junio, el Ejército de Honduras sacaba por la fuerza al, por aquel entonces, presidente del Gobierno hondureño, Manuel Zelaya. Después de un intento de negociación, mediado por Óscar Arias, presidente de Costa Rica, y de que la Organización de Estados Americanos (OEA) expulsase al país centroamericano; Manuel Zelaya ha conseguido regresar a Tegucigalpa. Mientras el depuesto mandatario se refugiaba en la embajada de Brasil de la capital hondureña, Michelleti negaba a los medios de comunicación que Zelaya hubiese regresado y lo ubicaba "en una suite" de Managua (capital de Nicaragua). Sin embargo, pocas horas después el Gobierno de hecho tuvo que desdecirse y admitir la presencia del ex mandatario en el país. Esta vez, Zelaya ha conseguido su propósito de volver a pisar tierras hondureñas, al contrario que los dos infructuosos intentos del mes de julio. El periplo de Zelaya duró unas 15 horas, y como él mismo ha relatado tuvo que hacer "mil proezas" para llegar a Tegucigalpa. Desde su refugio en la embajada brasileña, Zelaya instaba a sus simpatizantes a salir a la calle "para protegerlo" al igual que pedía a las fuerzas del orden que no interviniesen en estas manifestaciones para evitar "brotes de violencia". Así, el gobierno de Micheletti, tocado por el sorprendente regreso del mandatario y temeroso de la reacción de los zelayistas, sitió la embajada, enviando tanto a la policía como al ejército y cortó los suministros de luz y agua del barrio residencial en el que se ubica. Sin embargo, la presencia de las fuerzas del orden no disuadió a los simpatizantes del ex presidente, que cargaron contra ellas con piedras, adoquines y todo lo que tenían a mano. La policía y los militares dispersaron a los hondureños que se echaron a la calle para "proteger a Zelaya" con gases lacrimógenos, y los enfrentamientos se saldaron con una veintena de heridos. Después de los disturbios, el presidente de facto, Roberto Michelleti, decidió reinstaurar el toque de queda, vigente desde las 18.00 horas hasta las 06.00, y exigió al gobierno de Lula da Silva que entregase a Zelaya o le concediese asilo político y lo sacase del país centroamericano. No obstante, Roberto Micheletti ha afirmado que las fuerzas del orden no entrarán en la embajada de Brasil pero que arrestarían al ex mandatario si salía del edificio diplomático y que negociará con éste, siempre y cuando acepte la próxima convocatoria de elecciones presidenciales, prevista para el 29 de noviembre. Zelaya acusa a Micheletti de estar mintiendo y de querer asesinarlo. Pese a las declaraciones de Micheletti, Manuel Zelaya, que aseguraba que su regreso se produce en pos de iniciar un diálogo con todos los actores políticos del país y encontrar así una salida a una crisis que desde hace varios meses trae de cabeza a la comunidad internacional. Zelaya ha afirmado que el ex presidente del Congreso hondureño no tiene intención de resolver la crisis, aduciendo que fue él (por Micheletti) y sus golpistas los que la originaron. Además, añadió que el gobierno de facto ha urdido un plan para capturarlo y asesinarlo y que incluso ha comprado a un forense que lo haga pasar como suicidio. Aún así, Zelaya ha declarado que "está vivo, luchando por sus principios y sus valores, con firmeza". Y que prefiere "morir firme que arrodillado ante esta dictadura".