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“Hay desesperación por rajarse de un país que sólo ofrece una bandera, una himno y una tira de corruptos”

Por Raquel GonzálezTiempo de lectura2 min
Economía13-01-2002

Una imagen de las largas colas que se forman cada día delante de las embajadas española e italiana en Buenos Aires lo dice todo. Muchos argentinos ya no pueden apostar más por un país deshecho y que ellos ven sin futuro.

Muchos detentan la suerte de tener un ascendente directo con la nacionalidad española o italiana, de este modo pueden adquirir la ciudadanía fácilmente, pero los altos índices de demanda están provocando que el tiempo de espera para conseguir los ansiados papeles oscile entre uno y dos años. Lo peor es que aunque estos ciudadanos consigan la nacionalidad, no estará todo hecho, ya que de momento no podrán llevarse su dinero con ellos. Alberto, argentino de orígen italiano, lo expresaba a La Semana.es con estas palabras: “La gente está desesperada por rajarse de un país que sólo tiene para mostrar una bandera, una canción patria y una tira de corruptos”. La imagen en la puerta de las embajadas no alenta demasiadas esperanzas. Para Rodolfo, argentino de madre valenciana, “es muy bajoneante ver cómo las embajadas tienen más de dos cuadras de cola para comenzar o seguir con los trámites para irse”. A la presión del paro, de los sueldos congelados en los bancos y de la incertidumbre en general hay que sumar la tensión por los aumentos de los precios debidos a la devaluación del peso. Lo cierto es que las protestas ciudadanas están sirviendo para que los precios no se descontrolen en exceso; si en un principio hubo productos que subieron hasta cerca del 40 por ciento, ahora han vuelto a bajar su nivel. Los productos importados como por ejemplo los televisores, los automóviles o los ordenadores, sí que mantienen hinchado su precio, pero en los productos básicos que conforman la cesta de la compra no se ha notado excesivamente. En general se puede hablar de subidas de un cinco por ciento. Muchos comerciantes se están negando a adquirir productos que hayan aumentado considerablemente de precio, y del mismo modo aconsejan a sus clientes que no los compren. Las ventas bajaron el mes pasado un 10 por ciento y se espera que en el presente mes de enero bajen aún más (por el incremento de los precios y porque sigue vigente el corralito). Muchos negocios están cerrando hasta que se normalice la situación. “En cualquier momento se pone todo como estaba o sube a la madre que lo parió”, afirma Alejandro, empleado de un almacén de alimentos. Lo duro de la situación está haciendo que se desarrolle el ingenio, muchos ciudadanos se organizan en grupos para comprar al por mayor y luego repartirse los alimentos.