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EE.UU.

Bush admite paralelismos entre Iraq y el declive estadounidense en Vietnam

Fotografía
Por Miguel MartorellTiempo de lectura3 min
Internacional22-10-2006

Fue una comparación desafortunada para el momento que se vive en Iraq y Estados Unidos más que un lapsus linguae lo que ha puesto al presidente norteamericano, George W. Bush, en el ojo del huracán mediático bajo el mismo titular: Bush admite que Iraq se parece cada día más a Vietnam. Sin embargo, pese a que octubre ya es el mes con más soldados estadounidenses muertos en Iraq, Washington se mantiene firme en sus objetivos y niega cualquier posibilidad de retirada. Mientras, la cita de los ciudadanos con las urnas se acerca y no se auguran buenos resultados para Bush.

El “patinazo” verbal de Bush ocurrió durante una entrevista a la cadena de televisión ABC News. El periodista preguntó al presidente si coincidía con una comparación de un columnista del diario The New York Times entre el incremento de la violencia en Iraq y la ofensiva de Tet, en Vietnam, considerada como un punto de inflexión en la guerra de EE.UU. en el país asiático por el viraje en la opinión pública que produjo. "Puede que tenga razón. Hay un sensible crecimiento de la violencia y estamos cerca de las elecciones", admitió Bush, que consideró que los insurgentes iraquíes "están intentando provocar el daño suficiente” para que EE.UU. se retire. Sin embargo, el presidente aseguró que no puede "ni pensar" en una posible retirada de Iraq antes del fin de su Presidencia. "Son peligrosos. Son letales. No sólo intentan matar soldados estadounidenses, sino que también quieren fomentar la violencia sectaria. Creen que si consiguen generar el suficiente caos, el pueblo americano se hartará y se cansará de la misión de Iraq y hará que el Gobierno retire las tropas. Pero si nos retiramos antes de terminar el trabajo, entonces Al Qaeda dispondría de una base segura desde la que atacar", añadió. Los vocablos Vietnam e Iraq puestos en la misma frase, en paralelo y en boca de George W. Bush provocaron un ciclón mediático que la Casa Blanca se esforzó en apaciguar. Según una de las portavoces oficiales, Adan Perino, con sus palabras Bush se refería a "la propaganda que conllevó la ofensiva de Tet" en 1968 y con las que no pretendía más que reiterar algo que Washington ha subrayado en más de una ocasión: "el enemigo está intentando echarnos". Las matizaciones de la Casa Blanca no detuvieron el enjambre de titulares abrumadores para la Administración Bush. De hecho, el propio presidente tuvo que insistir al día siguiente: "nuestro objetivo en Iraq es inmutable: la victoria". Sin embargo, Washington sí tiene entre manos un "cambio de estrategia" en Iraq. Sondeos en contra Ese ha sido el objetivo de las múltiples reuniones que Bush ha mantenido con la cúpula militar estadounidense en los últimos días, pese a que la Casa Blanca ha insistido en que son "encuentros rutinarios". Lo cierto es que octubre se ha convertido en el mes con más soldados norteamericanos muertos en Iraq -78 hasta el momento, según CNN- en lo que va de año y los ciudadanos de EE.UU., a tan sólo 15 días de unas elecciones legislativas, lo tienen bien presente. Según una encuesta del diario The Wall Street Journal y la cadena NBC, el Partido Republicano de Bush está peor valorado de lo que lo estaban los demócratas antes de perder el Congreso hace 12 años. El 52 por ciento de los votantes apoya a los demócratas y hasta el 75 por ciento rechaza la gestión del Legislativo republicano. Más de 2.700 compatriotas muertos en Iraq desde el comienzo de la guerra en marzo de 2003, comienzan a pesar en la opinión pública. No son sólo los muertos foráneos los que sacuden los cimientos del Ejecutivo de Bush. La posguerra iraquí no marcha según lo previsto. Los informes de ONG hablan de una media de 100 civiles muertos diarios, la mayoría víctima de la violencia sectaria, y el Gobierno de Unidad Nacional ha fracasado en sus intentos por apaciguar a chiíes y suníes. Y los insurgentes son cada vez más fuertes y han demostrado con creces que no se amedrentarán. Si sólo el jueves -cuando Bush realizó la comparación- se producían más de 60 muertos y medio centenar de heridos a causa de los atentados, el viernes las milicias del clérigo chií radical Muqtada al Sadr tomaban un gran núcleo urbano al sur de Iraq. Un desafío descomunal para el Ejecutivo iraquí, pero toda una bofetada para los planes de Washington en el país mesopotámico: los insurgentes disponen del poder suficiente para tomar una ciudad si el Ejército de EE.UU. no está ahí para tratar de frenarlos.