Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

27º ANIVERSARIO

El Estatuto catalán, tema tabú de la concentración

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España03-12-2005

A lomos de su caballo y rodeado por un mar multicolor de banderas, la estatua de Carlos III observa con asombro las agujas del reloj de la Puerta del Sol. Marcan las doce, pero del mediodía y todavía queda un mes para nochevieja. No obstante, miles de personas abarrotan la mítica plaza madrileña. Las uvas y el champagne son sustituidos por emblemas y consignas a favor de la Constitución. Celebran el 27º aniversario de la Carta Magna.

Un año más y así, en el reloj de antaño -como decía la canción de Mecano- la multitud hizo su propio balance de lo bueno y malo. Antes de una cuenta atrás, que para muchos ya ha empezado, los manifestantes pidieron más unidad, es decir, más consenso del de 1978 y menos talante del de 2005. Lo indicaba el carrusel de banderas y pegatinas que los manifestantes lucían en sus solapas. Desde el lema oficial “Con la Constitución, todos juntos” hasta el novedoso “Gracias Federico” pasando por el tema tabú de la jornada, “No al Estatut”. Es cierto que las alusiones a la propuesta del tripartito fueron las menos. De cara al exterior, los organizadores del acto cuidaron mucho que no se colara ninguna pancarta que desafinase el discurso institucional. Pero aún así, el Estatuto estuvo presente. Pasó de puntillas, pero pasó. Los propios comentarios de la gente, esos que no se escuchan por el micrófono, recordaban que el tema estrella de la política actual era el protagonista indirecto de la concentración. Tras un “dales caña”, apareció Rajoy. Con la mano derecha al cabestrillo, durante los minutos que duró su intervención, el cada vez más líder del PP se llevó las ovaciones más elaboradas de una muchedumbre entregada. “Oa oa oa, Rajoy a la Moncloa”. También hubo tiempo para la nostalgia cada vez que las pantallas habilitadas para la ocasión proyectaban la imagen del ex. “Aznar, por siempre, serás mi presidente“. Pero rápidamente volvían a Rajoy. Era el día de Mariano y no defraudó, ni a sus votantes, ni a sus compañeros de partido. Al referiste a las palabras de Rajoy, María San Gil y Javier Arenas coincidían con un “como siempre ha vuelto a demostrar una claridad meridiana”. La guerra de medios también hizo acto de presencia. Los asistentes cacheaban con la mirada las alcachofas de los micrófonos de los periodistas. “¿Cuándo viene la COPE?”. Preguntaba con voz de angustia una señora de avanzada edad (registro predominante entre los asistentes al acto). Parecía como si nada tuviese sentido sin la radio de los obispos. “ ¡¿Eres de la SER?!. Pues no te contesto” Le espetó otra señora del mismo corte a un joven periodista. Al ver que se había confundido, cambió el tono y rectificó. “Hay perdóname hijo es que yo estoy loquita con la COPE.” Dirección a un kilómetro cero colapsado bajaban Montera, Mayor, Arenal y Preciados en la misma situación. Sus banderas hablaban en su nombre y decían que venían de Asturias, Extremadura, Canarias, País Vasco. También de Cataluña. Una pareja de hermanos que rondarían la treintena parlaban catalá con total normalidad en medio de la plaza. “Venimos desde Cataluña en apoyo de la Constitución y en rechazo del Estatut“. Explicaba uno de ellos que prefería mantener el anonimato. “No yo no digo mi nombre que en 20 días tengo que volver a Barcelona“. A partir de las doce y media, el movimiento en la Puerta del Sol ya era prácticamente imposible. Aún así, muchos tomaron posiciones en la Calle del Correo para esperar la salida de los políticos. En lo que tardaban éstos en subirse a sus coches oficiales, los más fieles aprovechaban para abrazar, besar y agasajar a sus ídolos. Como si de estrellas de fútbol se tratasen, Aznar y Rajoy se repartieron los mayores achuchones. Al paso del ex presidente, un señor de unos 50 años visiblemente nervioso y con la cara roja del sofoco empezó a empujar al resto de manera violenta para abrirse camino entre el gentío. “¡Dejarme ver a Aznar, por favor dejarme!”. Hasta que no le estrechó la mano no paró. Mucho más tranquilo estaba un vagabundo que, tan sólo unos metros más atrás, presenciaba la escena . Levantando un cartón de vino recordó a todos el tema tabú del día al grito de “¡Viva Cataluña!. ¡Viva el Estatut!. Sí, lo he dicho yo, qué pasa“. Nadie le dijo ni le hizo nada, pero el en plena catarsis popular esa exclamación sonó como un exabrupto en los oídos de los allí presentes y demostró que el debate político en torno a la Constitución no deja indiferente a nadie.