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TOROS

El carné de los picadores

Por Almudena Hernández PérezTiempo de lectura1 min
Espectáculos21-09-2001

Sólo hay que verles para saber que uno se encuentra ante un torero de la cabeza a los pies. Aunque sean más bajitos de estatura, vistan el uniforme de los bomberos o una sonrisa de maquillaje les cruce la cara. Ahora, además, el reglamento -el de todos los toreros y profesionales del mundillo con sede en España- les ampara para poder presumir de su vocación y oficio "con todas las de la ley".

El Reglamento de Espectáculos Taurinos ha reconocido como profesionales de la Fiesta a los toreros cómicos y también a otros profesionales que lidian detrás de las tablas, los mozos de espada. Ha sido en la habitual reunión del Consejo de Ministros de la semana pasada, durante la que los máximos representantes del Gobierno aprobaron algunas reformas del reglamento a petición del Ministerio del Interior. Con los nuevos retoques del reglamento, si los cómicos y los mozos de espada se incluyen en los registros profesionales, los picadores lo tienen un poquito más difícil, pues para acreditarse como tales deben pasar una prueba. Debe ser por el caballo percherón, al que el aspirante a picador debe meterle bien las marchas para aparcar y desaparcar y no suspender en el ruedo de las cariocas... O se cale el animal en una cuesta arriba, que es peor. Además, si para obtener el carné de conducir un automóvil hay que cumplir los 18 años, para enfundarse en un traje de luces hay que tener como mínimo 16 primaveras, según otra de las reformas aprobadas. En el mismo Consejo de Ministros se expusieron otras modificaciones, como las de las reglas de cumplimiento de las plazas portátiles y la autorización de las faenas de tentadero fuera de las fincas ganaderas. Una vez que uno ha conseguido aprobar el carné de conducir lo mismo le da -porque no se acuerda- sacarlo a la primera que a la quinta. La feria Ibertoro, que el año pasado estaba programada para celebrarse en Madrid, se suspendió porque no se permitía la tienta de reses fuera de las fincas ganaderas y las multas podían llevar a la bancarrota a los organizadores. Ahora, por lo menos se puede arrancar el automóvil e ir de feria en feria.