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ESPECIE EN EXTINCIÓN

Tres crías amplían la esperanza de supervivencia del lince ibérico

Por Elena R. BlázquezTiempo de lectura2 min
Sociedad28-03-2005

Dicen quines se han encontrado con un lince en libertad que, en vez de huir, te sostienen una mirada que nunca se olvida, confiada y altanera. Por eso no se asustan de los coches y la mayoría mueren atropellados. La posibilidad de cruzarse con uno de los 100 ejemplares que quedan en España se acaba de ampliar con el nacimiento de tres nuevas crías, por primera vez en cautividad.

Tres crías de 500 gramos nacieron el lunes a las 19:30 horas. Su madre es Saliega, una hembra de tres años que fue capturada en Sierra Morena, y su padre, Garfio, un macho de cuatro años capturado también en Sierra Morena. Hasta ese momento, las cinco personas del equipo del Centro de Cría en Cautividad de El Acebuche, del Parque Nacional de Doñana, han estado sin dormir desde el pasado jueves. No sabían cuánto duraba exactamente el periodo de gestación, y han hecho turnos de 24 horas para estar pendientes de las cámaras que vigilan a los animales. Lo que ha surgido tras los 64 días de gestación es un hecho difícil porque, hasta ahora, el lince ibérico era el único felino de las 33 especies que existen en el mundo que no se había conseguido criar en cautividad. Además, en contra de las previsiones más pesimistas de los cuidadores, quienes temían que Saliega abandonaran a sus crías o se las comiera, la hembra se ha portado como una madraza, a pesar de ser primeriza, y ha lamido y amamantado a los cachorros. Aunque éstos se encuentran en excelentes condiciones y demuestran un comportamiento activo y vigoroso, los primeros días son los días de mayor probabilidad de mortalidad neonatal. Por tanto, la vigilancia remota continuará, pero se va a minimizar cualquier tipo de intervención que no sea estrictamente necesaria, para no interferir en el desarrollo de las crías y el comportamiento de la madre. Por ahora, la principal preocupación de los responsables es decidir dónde irán los cachorros. Según la consejera andaluza de Medio Ambiente, Fuensanta Coves, esto se decidirá durante una reunión de la Comisión Nacional de Biodiversidad y se contemplarán todas las posibilidades, entre ellas la opción de cederlos a otras Comunidades Autónomas con hábitats más adecuados. Porque el fin último de la cría en cautividad es su posterior liberación en la naturaleza para repoblar los dos núcleos andaluces en los que viven: Sierra Morena y Doñana. Fuera de éstos espacios ya no quedan linces. Y los que quedan, según el censo más reciente elaborado en 2004, son 100 ejemplares con tan sólo 25 hembras reproductoras. Esta grave desaparición del lince ibérico se debe a la disminución de la población de su alimento principal, los conejos, a la fragmentación de su área de distribución y a los atropellos que se producen en la carretera que atraviesa el corazón del Parque Natural de Doñana.