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LA RÉPLICA

Un proyecto lleno de dudas

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes26-09-2004

El segundo plante de José Antonio Camacho al Real Madrid ha resultado tanto más sonoro que el primero, en 1998, cuando aceptó la oferta de Lorenzo Sanz y dimitió, antes de entrenar al equipo, porque el club no aceptó que le impusieran a un preparador físico distinto del que él quería. Ahora, sin llegar a ejercer dos meses, se marcha en cuanto ha encadenado un par de derrotas. Francamente, Camacho me ha decepcionado, y supongo que también a muchos aficionados merengues. Aunque se pueda estar de acuerdo con que la situación de crisis que había llevado al Madrid a desplegar un juego pésimo era inconducible, aunque se pueda estar de acuerdo con la honestidad del entrenador, Camacho no ha explicado por qué se había llegado a esa situación –de la que es responsable– después de superar la ronda previa de la Liga de Campeones y no ha querido afrontar hasta las últimas consecuencias el problema para tratar de resolverlo: una evidencia de que el miedo, incluso la cobardía, se esconden tras la máscara de hombre duro que Camacho se ha ido forjando durante su carrera, ya desde su etapa como jugador. No hay muchas más maneras razonables de explicar la rapidez con que ha tirado la toalla: ¿la decisión habría sido la misma de no haber salido goleado en Leverkusen? Más allá de si puede haber sido una encerrona de los jugadores, de si fuese o no una decisión pactada, una vez que el fichaje del entrenador ayudó a que Florentino Pérez fuese reelegido como presidente –las malas lenguas ofrecen muchas y muy diversas teorías, siempre sin pruebas–, Camacho no está a la altura del Real Madrid y de lo que se esperaba de él. ¿O no sabía dónde se metía, y que por encima del entrenador, aunque hubiese desaparecido la figura del director deportivo que representaba Jorge Valdano, está el presidente? El técnico de Cieza ha demostrado que en equipos sin una obligación acuciante de conseguir victorias y títulos –como en la selección y en el Benfica, que habían estado en una situación mala antes de su llegada–, donde puede imponer su fuerte personalidad y su criterio, sí puede ser útil el concepto de juego disciplinado que pretende. Después de todo, tal vez el Real Madrid no fuera su sitio, al contrario de lo que todo el mundo dijo cuando el equipo blanco sufrió el bajón de juego con que cerró la temporada de Carlos Queiroz. El caso es que también va quedando claro que el ambicioso proyecto de Florentino Pérez no es tan poderoso en lo deportivo cuanto en lo económico: habrá que ver si no entra en crisis y si además de buen gestor, también tiene creatividad para encontrar una solución adecuada y no parches.

Fotografía de Roberto J. Madrigal