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TERRORISMO

Madrid intenta volver a la normalidad tras los atentados

Por Alejandra Linares RivasTiempo de lectura2 min
Sociedad19-03-2004

Pasados diez días de la masacre en Madrid, en la capital de España se trata de recuperar la normalidad. Sin embargo, todavía se requieren donantes de sangre y las secuelas psicológicas del 11-M están latentes. Lo estarán durante mucho tiempo. La circulación de trenes de Cercanías quedó completamente restablecida el lunes 15 de marzo, aunque el uso de sus líneas y las de Metro, ha descendido un 30 por ciento.

Los vagones que hicieron explosión el día 11 habían sido apartados de sus vías para que éstas se limpiaran. No obstante, continúan junto a las ellas, cubiertos con lonas, a fin de que se respete cada una de las pruebas que facilitarán las labores de la policía. Los servicios sanitarios de la Comunidad de Madrid también han recobrado su funcionamiento habitual. De nuevo, los hospitales cuentan con sus salas de Urgencias, habitaciones y Unidades de Cuidados y Vigilancia intensivos (UCI y UVI). A pesar de todo, el Ministerio de Sanidad ha vuelto a hacer una llamada a la población madrileña para que done sangre. La respuesta de los donantes el 11-M fue masiva pero, puesto que la sangre tiene un período de caducidad, ahora se necesita sangre nueva. Por ello, el día de los atentados no se admitieron más donaciones. Cumplida una semana de los hechos, el jueves 18 se organizó una concentración frente a la estación de Atocha. En el mismo lugar, y ambientado con velas, recortes de periódicos e innumerables dedicatorias, el viernes se realizó otra concentración de naturaleza distinta: el coro Omega acudió al encuentro y llenó el silencio con un homenaje cantado a las víctimas. La plaza de Atocha, al inicio del paseo de María Cristina, junto a la entrada a la estación de RENFE, se ha convertido en un santuario del terror. Allí se erigirá un monumento en conmemoración a los afectados en el 11-M, para cuyo diseño ya se están presentando ideas a concurso. Con todo, los esfuerzos de los ciudadanos nunca son suficientes. Pese a la iniciativa del Ministerio de Interior de ampliar su departamento de Víctimas del Terrorismo, y de prestar ayuda psicológica a los afectados por los atentados, hay quienes, al no haber sido perjudicados directamente ni ellos, ni sus familias, no recibirán dicho servicio. Son todos aquellos que se culpan a sí mismos de no haber acudido al lugar de los hechos para colaborar, o de haber tenido la fortuna de no estar en esos trenes. Tampoco ellos son los únicos que sufrirán las consecuencias indirectas. La población islamista afincada en España ya está notando cierto rechazo. El mero hecho de llevar algo en la mano, o de cargar una bolsa, les hace objeto de miradas de desprecio y temor por parte de los españoles.

Fotografía de Alejandra Linares Rivas