CRÓNICAS DEL ESPACIO INTERIOR
Año nuevo, vida vieja
Por Álvaro Abellán2 min
Opinión04-01-2004
Supongo que la expresión “año nuevo, vida nueva” nació cargada de buen sentido: renovar fuerzas, plantearse mayores objetivos, superar viejos problemas, etc. Hoy, sin embargo, me suena tan falso y publicitario como el “redecora tu vida” de Ikea. Como si la vida se construyera con adornos caseros y toda renovación consistiera en ornamentar lo que nos rodea. El “vida nueva” original no se refería al cambio de móvil, a los últimos juegos de consola, a los libros de moda ni a los nuevos deportes de riesgo. El “vida nueva” original, creo yo, era más como la “vida vieja” que dice un amigo mío, que consiste en mirar atrás y recordar quién ha sido uno: el niño, los ideales, los sueños... aquello primigenio y original anterior a todas las renovaciones superficiales que nos proponen desde fuera. Cabe preguntarse, por ejemplo, al mirar la “vieja vida”, si uno está donde quiso estar; o si está mejor, o peor; o si olvidó algo importante; o si superó sus expectativas con creces. Cabe preguntarse cuánto ha tenido que ver uno en todo lo que tiene y cuánto le debe a otro, o a otros, sean estos de carne y hueso, tejidos con el hilo de los sueños o revelados y ocultos, a la vez, detrás de todas las cosas. Queridos Reyes Magos: ¿Cuántas estupideces les he pedido siempre, de esas que ustedes jamás me trajeron? ¿Cuántas estupideces menores les pedí y me trajeron sólo para yo aprendiera por mí mismo la necedad de algunas peticiones? Por último, ¿cuántas maravillas inesperadas me regalaron durante todo el año sin que yo les pidiera a ustedes nada? Tanto es así que he recuperado esa vieja tradición, de cuando era muy niño -¿demasiado niño?-, según la cuál yo nada pedía, pues los reyes sabían mejor que yo qué es lo que de veras necesitaba. Me viene ahora a la memoria un cuento de Poe que expone una paradoja recogida en la película Como Dios. Cuidado con lo que pedimos, no sea que se cumpla, para desgracia propia o ajena. Queridos Reyes Magos: gracias por todo. Y, para al año que entra, ustedes sabrán. Quedo en sus manos.