SIN ESPINAS
Sin ley, sin Dios
Por Javier de la Rosa1 min
Opinión24-03-2003
Escuchaba el domingo por la tarde a Bush y a Rumsfeld apelar a la Convención de Ginebra en plena captura de sus soldados. “Nosotros estamos tratando a los miles de prisioneros iraquíes con dignidad”. Mientras, las televisiones musulmanas mostraban las primeras miradas a cámara de los soldados norteamericanos, desconcertados y temerosos de su inerte futuro. La guerra es un acontecimiento sin ley, un sin Dios al que no puede recurrirse en pleno campo de batalla. Allí no está. Es difícil que un corazón armado de pólvora responda a la llamada del que ha sido expulsado. Pero me temo que el temor de Rumsfeld no sea tanto el futuro de esa tejana afro americana de 30 años, o del sargento de New Jersey. A más de los daños colaterales del ministro norteamericano de la guerra, lo preocupante es la imagen que pueda recibir el pueblo yanqui. El fantasma de Vietnam es muy fácil de despertar. La orden dada ya a las televisiones norteamericanas es tajante: no emitan esas imágenes. En el 11-S no hubo fisuras y el patriotismo funcionó hasta límites insospechados. No fue producto de la ética profesional. ¿Por qué el ejército invasor no ha destruido la torre de comunicación iraquí? ¿Por qué cada día sale en televisión el ministro de la desinformación del régimen de Sadam? También es la guerra de la desinformación. Se trata de un instrumento que permite alimentar el desconcierto de la versión sin credibilidad. Esa que origina el foco de la duda, plano en el que mejor se mueve la incredulidad de los desmanes que se están cometiendo. La Convención de Ginebra se la beberán los iraquíes a la salud de sus agresores.