ANÁLISIS DE LA SEMANA
Se hace de día
Por Almudena Hernández2 min
Sociedad23-03-2003
Otra guerra televisada. Cae la noche sobre Irak, pero con cada bomba se hace de día. Se ilumina todo, pero no amanece. Las ráfagas de luz y color resplandecen en el cielo pero no son estrellas, ni cometas, ni fuegos artificiales lo que las cámaras muestran al mundo. Al otro lado de la caja tonta espectadores acostumbrados ya a imágenes similares, las de las películas, y lo peor de todo: impasibles, inalterables a imágenes reales -¿reales?- como las de esta guerra en Irak. Lejos quedan los problemas del también problemático Occidente. Aquí amanece, gracias a Dios, todos los días. Aunque en cuestión de perder la vida uno puede dejar de existir o enfermar en cualquier momento, aunque no caigan las bombas en estas latitudes del mundo. Resulta más terrible estar condenado a morir por culpa de una enfermedad contagiada cuando se buscaba un poco más de vida. Quizás es más escalofriante que uno nazca con la condena en los genes, manipulado desde el principio. Tampoco resulta más atractivo condenarse a uno mismo con los vicios que otro manipula para ganar más dinero a cambio de que otra persona pierda oportunidades de salud y vida. Estas son algunas de las bombas que caen en Occidente. Por suerte, en estas latitudes amanece todos los días, aunque después de lo del Columbia uno se sienta también más inseguro por lo que puede caer desde arriba. Pero tampoco los amaneceres de este maquillado mundo occidental civilizado y desarrollado son limpios en estos tiempos de guerra. En todas las guerras las manos se manchan de sangre. En estas latitudes, hay nubarrones que impiden ver con claridad la luz de un progreso coherente. Prueba de ello son las dos formas que tiene toda persona para madurar y crecer como tal: la controvertida educación y el injusto reparto del trabajo entre hombres y mujeres.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo