SIN CONCESIONES
Un extraño en su país
Por Pablo A. Iglesias2 min
Opinión27-10-2002
Recuerdo el agosto de 1986 como uno de los mejores veranos. Medio centenar de familias españolas tuvimos la osadía de enganchar al coche una caravana y poner rumbo hacia Marruecos. Pocos se atreven ahora, ni siquiera en avión. Llegamos hasta Marrakech, el umbral del desierto. Más allá de la ciudad de la arena y el sol, sólo había más de lo mismo. Conocimos su cultura, nos entremezclamos entre la gente, degustamos la gastronomía e incluso nos vestimos como ellos. Una tarde, compramos cuatro candoras, una chilaba, un fez y cinco pares de babuchas. Nos disfrazamos de lugareños y recorrimos media ciudad sin complejos. Más de uno nos confundió como si fuésemos otro marroquí más. Quince años después, volvería a repetirlo. Candora, fez y babuchas incluidas. Aquel gesto de educación e integración gustaba a los camareros cuanto entrábamos en un restaurante o cuando, simplemente, te cruzabas con alguien en la calle. Es lo habitual cuando se visita un país extranjero. Sólo que unos hacen más esfuerzos de adaptación que otros. Y otros, de educados, parecen a veces tontos. Esto es lo que ha ocurrido con la visita oficial a España de Mohamed Jatami. El presidente de Irán no sólo ha exigido mantener sus costumbres durante sus vacaciones en la Península, sino que ha logrado modificar la de los demás. Nadie bebe vino en su presencia aun siendo el refresco español por excelencia y ninguna mujer puede besarle o saludarle como corresponde en estos casos. Ni siquiera la Reina doña Sofía. El Rey don Juan Carlos y el presidente José María Aznar renuncian por unas horas a su cultura y a sus costumbres para hacer sentir como en casa a un hombre que está dispuesto a firmar contratos por valor de 5.000 millones de euros con varias empresas españolas. ¡Un ejemplo de coherencia! Sus mujeres volverán a ser sumisas, como antaño, a los ojos de Jatami. ¡Todo un ejemplo de igualdad! El séquito iraní recibirá en cuatro días más halagos y mejor trato que los millones de extranjeros que residen en España. ¡Qué justicia! Los jefes del Estado y del Gobierno ofrecen un gran ejemplo a los inmigrantes. A ellos les piden integración mientras prestan a Jatami todo tipo de atenciones. He aquí un caso de flagrante injusticia, desigualdad e incoherencia. Son, al fin y al cabo, tres costumbres muy comunes de un país en el que hasta el Rey puede sentirse un extraño durante horas.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito