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ANÁLISIS DE ESPAÑA

ETA rompe filas

Fotografía

Por Alejandro Requeijo Tiempo de lectura3 min
España02-01-2017

En la rendición por fascículos que viene concediendo ETA en los últimos años ha caído ahora el penúltimo bastión histórico: la amnistía de sus presos. Lo que ha anunciado el EPPK es que permite a sus internos explorar las vías jurídicas que cada uno de forma individual considere oportunas para mejorar su situación. Ya sea para pedir un acercamiento, un tercer grado, un permiso extraordinario de salida... Es decir, por primera vez no hay una directiva clara marcada por la dirección de la organización, o lo que quede de ella. Un sálvese quien pueda, en definitiva. ETA manda romper filas asfixiada por varias décadas de dispersión y apremiada por su brazo político, ávido por soltar lastre del pasado desde el calor de la moqueta institucional. Su objetivo inmediato ya no es plantar cara al Estado, sino evitar que Podemos le robe más votos. Muy lejos quedan los cantos de sirena que prometían mejoras en las cárceles tras el cese definitivo de la violencia. Cinco años después, ahí siguen los presos etarras: cumpliendo sus condenas desperdigados por España y Francia.

El límite de esta rendición es lo que ellos llaman la “delación” y el “arrepentimiento”. Es decir, ni hablar de pedir perdón o ayudar para esclarecer alguno de los 300 asesinatos pendientes. El problema para ellos es que esos son precisamente dos de los requisitos que les marca la Ley para acceder a la mayoría de los beneficios a los que aspiran. Y el resto dependen del Ministerio del Interior. Lo tienen crudo. Fue un 28 de diciembre de hace tres años cuando el EPPK anunció también por primera vez que aceptaba la legislación penitenciaria española. Pero aquello no se tradujo en nada concreto, más allá de las habituales campañas nacidas para morir en los juzgados. El propio editorial del diario Gara ve en el último anuncio del EPPK una autocrítica al describir “la incapacidad para desarbolar el bloqueo al proceso impulsado por el Gobierno del PP y asumido por el Ejecutivo francés”. Todo un aviso a los adalides del “ustedes que pueden dialoguen”, siempre al acecho para defender las bondades de una negociación con los terroristas. Antes porque mataban mucho y algo había que hacer y ahora porque no matan. Se olvidan siempre de que es la firmeza desde la Ley y no los atajos lo que debilita a ETA.

Basta analizar el recorrido de estos últimos años en los que la izquierda abertzale pasó de criticar la Ley de Partidos a asumirla a regañadientes. Los estatutos de Sortu incluyeron una condena preventiva de una posible vuelta de la violencia. No es que sea gran cosa pero si la banda volviese a matar la ilegalización volvería a ser una posibilidad nada descartable. Históricos dirigentes de Batasuna aceptaron que, efectivamente, todo era ETA en una sentencia que confirmaba la tesis. Cedieron para no entrar en prisión, ahí sus principios y los hechos probados para quien quiera leerlos. A todo esto, los niveles de independentismo en Euskadi están en sus niveles más bajos. A la banda ya solo le queda rentabilizar una entrega de armas que ya han dicho que no van a volver a usar y, por tanto, si se pudren en el monte solo es problema suyo.

Fotografía de Alejandro Requeijo