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SIN CONCESIONES

La danza de apareamiento

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura3 min
Opinión06-07-2016

Danzar para aparearse es la costumbre más antigua sobre la faz de la Tierra. Existe desde que comenzó el mundo y sin ella ninguno de nosotros estaríamos aquí. Seguramente sin ella la vida se hubiera extinguido en el planeta hace siglos. Hay miles de especies animales que necesitan del cortejo entre macho y hembra para consumar la reproducción. Sin baile o danza de apareamiento, jamás habría acercamiento entre ambos sexos ni consentimiento mutuo. El rito previo es tan importante como el hecho final en sí.

Sin aproximarse ni mucho menos al sexo, tras el 26-J observamos otra curiosa danza de apareamiento. Tan frecuente como la de las aves que entonan sus mejores cantos para atraer a la hembra. Tan engañosa como el pavo real que despliega un semicírculo de coloridas plumas. Hay más espectáculo que contenido. Así sucede entre esa especie humana que es la clase política, la misma que algunos pronosticaban en peligro de extinción antes del 20 de diciembre por el auge de una nueva casta de gobernantes nacida en la calle y que tras la repetición de los comicios debemos proclamar más viva que nunca por el reforzamiento del bipartidismo clásico. Conviene no fiarse de las apariencias, aunque los animales basen en ellas su futuro.

El cortejo por el Gobierno de España comenzó la misma noche de las elecciones con gestos tan dispares como engañosos. Más vale tener calma. En las negociaciones de investidura, lo mismo que en el amor, más importante que el comienzo de la danza es si al final hay apareamiento. La aritmética, la lógica y sobre todo el enojo ciudadano tras dos votaciones en seis meses permite concluir que debe haber acuerdo. Sí o sí. Más tarde o más temprano, pero seguro que habrá investidura. Y será exitosa, no como la fallida de Pedro Sánchez. Ninguno puede permitirse lo contrario y, esta vez, quien menos tiene que perder es Mariano Rajoy. Si ganó 700.000 votos y 14 escaños en situación de debilidad durante seis meses, en caso de volver a votar por bloqueo de la oposición dispararía aún más su respaldo social hasta acariciar la mayoría absoluta.

Si algo dejó claro el 26-J es que los españoles quieren que siga gobernando Rajoy. No lo desea Pedro Sánchez, que aspira a relevarle al frente de La Moncloa para evitar el sorpasso de Susana Díaz, que es el que realmente le quita el sueño. No lo quiere Albert Rivera, que detesta al presidente en funciones y que sueña con suplantar al PP como el primer partido español de centroderecha. Tampoco parece dispuesto el PNV con unas elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina, pese a que en 1996 fue capaz de llegar a un acuerdo entre el mismísimo Xabier Arzalluz y Jose María Aznar. Las vueltas que da la vida y la de sorpresas que pueden producirse en plena danza de apareamiento entre parejas aparentemente incompatibles pero in extremis unidas por el fervor pasional (del poder, claro está) o al menos la conveniencia mutua.

De momento no hay signo siquiera de interés entre los protagonistas del cortejo. Siguen sin escuchar el mandato de las urnas y parecen más empeñados en garantizar su futuro personal que en perpetuar la especie común que conformamos todos los españoles. El PSOE está inmerso en una batalla interna sobre el próximo secretario general. Podemos planea una consulta para saber si los consultados en la última consulta han dicho la verdad o han mentido igual que en las encuestas electorales que situaban a Pablo Iglesias como líder de la oposición de este país con casi cien escaños. Mientras tanto, Ciudadanos dirime cómo rectificar en tres semanas su promesa de ocho meses de que bajo ningún concepto haría presidente a Mariano Rajoy. La danza de apareamiento ha comenzado. Pero de momento cada cual baila consigo mismo y sus propios intereses sin pensar en los de todos. La voluntad de las urnas sigue sin importar a quienes no desean afrontar las consecuencias. Mas... llegará. Al final alguno acabará apareado con Rajoy por mucho que considere que eso es como bailar en la fiesta de fin de curso con la más fea.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito