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ANÁLISIS DE CULTURA

Nachtwey, los medios y la guerra

Fotografía

Por Marta G. BrunoTiempo de lectura3 min
Cultura17-05-2016

“El mundo es más inhumano cada día”, prodiga Luis Goytisolo, el mismo que tardó unos 17 años en terminar una obra, a la que puso nombre de contrario: Antagonía. Yo diría que el mundo lo ha sido siempre, pero quizás unos lo estemos viendo tarde, o quizás sea el momento de verlo. Otros llevan viéndolo toda la vida.

 En el oficio muchos comenzaron con la idea de estudiar para contar lo que pasaba ahí fuera. El zigzag serpenteante de la vida nos lleva a todo tipo de destinos. Pero son algunos los que saben que ese mundo es de color negro. Unos, como James Nachtwey, Premio Príncipe de Asturias de Comunicación, han logrado captar el conflicto. Treinta guerras y crisis humanitarias, “sin abdicar de los principios éticos del informador ni maquillar el dictamen de la cámara”. No es difícil. La política se puede interpretar. La guerra, vista desde fuera, es lo que su propio nombre indica. Y ya. Sin miramientos. Aunque sea la misma que nos da de comer.

 Albert Camus decía que para la mayoría de los hombres la guerra es el fin de la soledad, aunque para él era “la soledad infinita”. Ese sentimiento de unión ante el enemigo que sólo se produce en la contienda. Pero esas guerras eran las de antes. Las de ahora son individualistas, de francotirador solitario que conoce su objetivo pero no a su amigo. ¿Por qué? De nuevo Camus, entendido y cuestionado a partes iguales: “Si uno no cree en nada, y nada hace sentido, si no podemos encontrar ningún valor, todo está permitido y nada es importante”, reza L’homme révolté, El hombre revuelto que cuestionó el marxismo y chocó con Sartre. Y esa es la guerra actual, la que sólo captan algunos como Nachtwey, vivos para contar que el mundo inhumano lleva años instalado. Y pueden estar “orgullosos” de contarlo.

 Es esta la presentación de un hombre que siempre quiso ser invisible ante la historia real que pasa ante sus ojos, manchada primero por la Guerra de Vietnam como testigo lejano: “nuestros líderes políticos y militares nos decían una cosa, y las fotografías otra”. Es la prueba gráfica de los costes políticos y sociales de la guerra. Con una diferencia antes y ahora. Entonces sólo teníamos acceso a ella si la publicaban. Ahora el límite está en nuestra conexión de datos. “Le da voz a los que de otra manera no la tendrían”. “Estimulan el debate público” (y entonces me viene a la mente esa imagen cruenta de una playa que siempre guardará el alma de los que perdieron la vida sin apenas disfrutarla).

 “Los problemas de la sociedad no pueden ser resueltos hasta que no se hayan identificado”. La prensa es industria de la información, es negocio, pero ese mismo negocio es del que hay que aprovecharse para transmitir la injusticia del débil y la jocosa inmoralidad del poder, por mínimo que sea.

 Son palabras descritas por un superviviente del mundo inhumano al que los negocios de los medios de comunicación han perdonado. Por eso la prensa es un negocio…que el ciudadano necesita. Y por eso es una barbarie que exista alguien que diga que “que existan los medios privados ataca la libertad de expresión”, la misma que termina cuando el que gobierna te da de comer y te quita el plato en cuanto desobedeces. Cuando eso ocurre en un medio además sufragado por todos entonces ocurre que es necesario que los medios privados hagan balanza. Si no existen, Nachtwey tampoco.

Fotografía de Marta G. Bruno

Marta G. Bruno

Directora de Cultura de LaSemana.es

Licenciada en Periodismo

Estudio Ciencias Políticas

Trabajo en 13TV

Antes en Intereconomía TV, La Razón y Europa Press