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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Los nuestros

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España16-05-2016

El 15M ha enterrado definitivamente el “no nos representan” para volcar todas sus energías en el “sí se puede”, evolución que viene a explicar el camino recorrido estos cincos años desde las plazas a las puertas del cielo. Ya tienen quien les represente, aunque sería ingenuo dar por satisfechas todas aquellas aspiraciones de cambio en una mera renovación de caras en las instituciones. Eso sería como dar por hecho que un hipotético gobierno de Podemos se iba a limitar a cuadrar presupuestos, ¡ja!. Hipotético ya es más factible que utópico, apelativo que se le otorgaba hace cinco años al 15M tanto para ensalzarlo como para menospreciarlo. Y ahí están, a las puertas del cielo previo paso por no pocos ayuntamientos. Y no por asalto, de momento, sino por la vía de las urnas como bien saben desde los comerciantes de Sol hasta los desocupados antidisturbios pasando por los encuestadores de Ferraz.

A la espera de que aparezcan los sobres con los que algunos decían que Rubalcaba había pagado la fiesta, el 15M fue algo espontáneo que luego muchos trataron de fagocitar. Apenas habían pasado unos días desde la llegada de las primeras tiendas quechua al kilómetro 0 cuando Anguita fue el primero en atreverse a sexar ideológicamente el movimiento que entonces -todavía hoy- se reivindicaba como apartidista y transversal. Para entonces ya se habían prohibido, eso sí, las banderas constitucionales mientras empezaban a asomar las primeras tricolores. “Son los nuestros”, tituló Anguita en un artículo que otorgaba al movimiento una primera paternidad: “Creo, como comunista organizado, que nuestra militancia comunista exige de nosotros y a título personal, enrolarnos, comprometernos y engrosar sus filas sin más soldada ni recompensa que la gratificante sensación de que volvemos de nuevo a galopar hacia Utopía”. Si entonces el único argumento era el subidón de galopar sobre la utopía, no es casual que Anguita sea hoy uno de los principales valedores del acuerdo entre Podemos e IU.

No recuerdo bien si aquel artículo llegó antes o después de que las asambleas de Sol -yo estaba allí- pasasen de discutir sobre las listas abiertas o la Tasa Tobin para abordar en discusiones maratonianas las maldades del patriarcado o la derogación de la Ley de Partidos. Lo cierto es que hoy las listas siguen cerradas, la tasa Tobin olvidada en el anexo de algún programa electoral mientras Otegi se prepara para lehendakari piropeado por Iglesias y la CUP recomienda tener hijos “en común” para “educarlos en la tribu” o cambiar las compresas por esponjas marinas. El 15M tuvo un punto de partida inmejorable que invitaba a todos: “o haces política o te la hacen”. Pero aceptar, cinco años después, que la consecuencia más significativa del 15M es Podemos supone asumir el fracaso de que aquello no trajo una sociedad civil más fuerte, sino más partitocracia de la mano de otra formación al uso que no se distingue en nada del resto a la hora de marcarse como prioridad la obtención del poder a toda costa.

“Cuando acabe el coro de grillos en el que el bipartidismo y adheridos han transformado la campaña electoral y asistamos al rigodón de pactos, repactos y contrapactos, no olvidemos que ya hay quien nos mira limpia y organizadamente; ya hay quien nos va a demandar algo más que lo políticamente correcto para hoy y hambre para mañana” (Anguita, mayo de 2011).

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio