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SIN CONCESIONES

La legitimidad de Pedro Sánchez

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura4 min
Opinión02-02-2016

Confundir deseos con realidad suele ser un síntoma de mal periodista. En el caso de un político, suele indicar algo más peligroso como anteponer los intereses personales a los generales. La realidad es que Pedro Sánchez quiere ser presidente del Gobierno a toda costa. Perdió 20 escaños en las elecciones generales del 20 de diciembre. Pero vio que el descalabro en las urnas del PP de Mariano Rajoy le ofrecía una oportunidad única para llegar a La Moncloa. Es peligroso, pues en cualquiera de los escenarios necesita el apoyo de Podemos, el nuevo partido político que quiere dar la vuelta a España como un calcetín y en el trayecto pretende reemplazar al PSOE como referente de la izquierda. También es difícil porque los barones socialistas, especialmente los que gobiernan, tienen más interés en cargarse el liderazgo de Pedro Sánchez que en lograr que el PSOE vuelva a dirigir España.

Podemos quiere dar la vuelta a España como un calcetín y sustituir al PSOE como referente de la izquierda
La realidad es que Pedro Sánchez tiene derecho a intentar un pacto de gobierno que le alce como el séptimo presidente de nuestra democracia. Otra cosa es el deseo… sobre todo con Podemos a su lado. Quienes sueñan con su descalabro anteponen un anhelo a la legitimidad que le otorga el cargo y que se ganó por partida doble en el último congreso y en las primarias previas abiertas a toda la militancia. Por eso mismo chocan las críticas a su intención de consultar a las bases cualquier acuerdo de gobierno. Cuanto mínimo resulta democrático, que es lo que los grandes partidos no han sido durante largos años. ¿Acaso no tienen derecho los afiliados a expresar su opinión y sí pueden imponer criterio los barones? Me temo que quienes se escandalizan ante semejante propuesta sólo temen que una votación plasme la realidad y eche al traste sus deseos más íntimos.

Más preguntas… ¿Dónde estaban todos estos patriotas socialistas cuando Zapatero empujaba al país hacia el abismo? ¿Cuántas veces alzaron la voz en aquellos momentos infaustos para los españoles? ¿No se dan cuenta de que los votantes socialistas piensan diferente (por desgracia) a los de hace dos o tres décadas? ¿Por qué los barones que desconfían de Podemos se han apoyado previamente en el partido de la coleta para gobernar en Castilla-La Mancha, Extremadura, Comunidad Valenciana, Baleares, Asturias y Aragón? ¿Por qué en el año 2000 aplaudieron la pinza izquierdista de Joaquín Almunia y Julio Anguita y ahora denostan el equivalente? ¿Cómo saben que quienes votaron a Sánchez en diciembre tras llamar indecente a Rajoy ahora quieren que pacte con el líder del PP?

Ningún notable del PSOE puso pegas cuando se regaló el Ayuntamiento de Madrid a Podemos

Y queda lo peor… ¿por qué ninguno de los que zancadillean a Pedro Sánchez pusieron el grito en el cielo el pasado mes de junio cuando el PSOE regaló el Ayuntamiento de Madrid a la lista de Podemos? Entonces nadie planteó objeciones, ni siquiera cuando Esperanza Aguirre ofreció gratis la Alcaldía con tal de evitar que la capital de España la asumiera el mismo partido al que ahora no quieren los notables socialistas. Tampoco dicen nada de la connivencia del PSOE y, en el mejor de los casos, del pasotismo a las tonterías de la corporación municipal de Manuela Carmena. Lo del Ayuntamiento de Madrid fue una imposición del mismo Pedro Sánchez al que quieren cargarse en estos momentos, pero entonces sólo hubo silencio porque quienes se jugaban los sillones del poder eran otros. Pura incoherencia y/por puro interés personal.

¿Y si Pedro Sánchez sólo sobreactúa para justificar un pacto posterior con el PP?
Pedro Sánchez indudablemente busca su propio beneficio pero también el de su partido. Fuera del poder las organizaciones valen poco. Dentro del poder alcanzan su sentido y máxima cotización. Pero, incluso en el improbable escenario de que Sánchez acabe pactando en última instancia con Rajoy, necesita recorrer previamente el camino en el que está inmerso. Necesita aparentar al menos una negociación con Podemos para recuperar a muchos de los votantes que antes creían en el PSOE. Si no lo hace el partido se desangrará aún más por la izquierda y parecerá más casta que nunca. Puede que en el fondo Pedro Sánchez sea un loco perturbado con más peligro que diez rodríguez zapateros juntos y sólo los barones socialistas sean capaces de darse cuenta. ¡Alabados sean por su laica clarividencia! Pero… ¿y si con esto obtiene la coartada para una posterior gran coalición? ¿Y si tanta sobreactuación fuera estrategia para justificar un pacto in extremis con el PP? Muchos lo desearíamos pero los anhelos personales no deben impedir que veamos la realidad. Y la realidad es que tiene derecho a intentar un pacto después de que Rajoy se descartara ante el mismísimo Rey y que la democracia parlamentaria es sumar escaños de otros cuando los propios son insuficientes. Por cierto, es lo mismo que, con tal de arrebatar el poder al PP, hicieron los que ahora protestan.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito