Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

SIN CONCESIONES

La ley para el kamikace

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura3 min
Opinión11-11-2015

Cuando un conductor excede el límite de velocidad, la Guardia Civil le multa. Si mil conductores pasan por el mismo sitio quebrantando la ley, la Guardia Civil multa a todos por igual. Cuando un coche oficial incurre en idéntico delito, la Guardia Civil también multa. Y si son tres millones los que cometen la infracción, la Guardia Civil reparte recetas a diestro y siniestro sin ambages ni miramientos, sin distinciones ni arbitrariedades. La ley es igual para todos y así debe ser siempre en todos los ámbitos y con todas las normas. ¿Tan difícil es de entender?

Saltarse la ley de por sí constituye un delito pero negarse a reconocerla es aún más grave. La diferencia es tan sustancial como la que existe entre quien se enfada con el guardia que da el alto a su vehículo y quien le suelta un puñetazo en plena cara antes incluso de recibir la orden de detención. El Parlamento de Cataluña y los 72 diputados separatistas de Junts pel Sí y la CUP se proponen esto último con su resolución independentista. No sólo no respetan la ley y quieren romper con ella. Lo inconcebible es que niegan legitimidad a las instituciones que conforman el Estado de Derecho, que es tanto como negar la existencia del sistema democrático en sí. La verdadera democracia no es aquella donde los ciudadanos votan sino la que trata a todos ellos por igual en derechos y deberes.

Sin personas que respeten las normas, se impone la ley de la selva

Los independentistas creen que los catalanes están por encima del resto de los españoles. Consideran incluso que los catalanes están por encima de la ley, que es aún peor, porque la ley no es plasmación de la tiranía de nadie. La ley es, nada más y nada menos, el marco de convivencia que garantiza el orden y la estabilidad. Sin personas que respeten las normas, se impone la ley de la selva, que es justo lo contrario de la democracia y del Estado de Derecho. Si normas y sin respeto a ellas, conducir por cualquier carretera o ciudad sería un riesgo próximo al suicidio. ¿Eso es lo que quieren para Cataluña los señores Mas, Junqueras, Romeva y Baños, entre otros muchos totalitarios del independentismo?

Los secesionistas hacen mucho ruido pero nada más les ampara
Ellos construyen el delirio de una Cataluña independiente sobre la falacia de una democracia que no es tal. Los separatistas apenas llegan al 48% de los catalanes, como pusieron de manifiesto las elecciones autonómicas del pasado 27 de septiembre. No son mayoría. Los secesionistas hacen mucho ruido, hasta el punto de silenciar a quienes piensan diferente y de organizar manifestaciones a las puertas de un colegio de Balaguer para acosar a un niño que desea recibir clase en castellano. Hacen mucho ruido pero nada más les ampara. La democracia en primer lugar es respeto a quienes piensan distinto pero en Cataluña aplican la exclusión y la imposición, que es justo el sistema antidemocrático que predomina en los países gobernados por tiranos.

Los independentistas llevan años engañando a los catalanes con mentiras flagrantes sobre las ventajas de romper con España. Ahora llevan a cabo una pirueta con triple mortal hacia atrás sobre la tesis de que ellos encarnan la democracia y de que el Estado sólo responde con amenazas legales. Todo para tapar su ilegalidad. Bendito sea el país donde la ley se defiende sólo desde la ley y no desde la represión como en Venezuela, desde la pena de muerte como en Irán o desde las armas como en tantos estados fallidos. Artur Mas desprecia la ley en su odio a España sin darse cuenta de que al tiempo deslegitima las mismas leyes por las que él ha sido presidente. Pero no le importa. Su único empeño es conducir a Cataluña a toda velocidad en dirección contraria. Como auténticos kamikaces, no van a parar aunque acaben en el precipicio o, en su escenario idílico, estrellados contra un coche patrulla. Saltarse la ley y a la vez llevarse por delante a sus representantes sería el último sueño de Mas y su corte de aliados del delirio.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito