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SIN ESPINAS

Tres pueblos

Fotografía

Por Javier de la RosaTiempo de lectura2 min
Opinión10-06-2002

Nunca pensé que había que pasarse tres pueblos para defender sólo uno. ¡Que ingenuo! Cuando hay otros que se pasan quince para reivindicar anacronismos con trasfondos egoístas. En fin, señor Iturgaiz, gracias por dejarme entrever que es usted ya mucho mejor político que profesor de música. Se lo digo porque ha desafinado tanto esta semana que hasta su peor alumno le pondría una corchea a su discurso para ver si así lo armoniza un poco. Parece que le tenía ganas usted a la Iglesia, y no sólo a la vasca. Más bien a toda, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid. Pero repito, gracias porque ahora ya sabemos las causas de que haya menos fieles en los bancos de las Iglesias, el porqué de que las vocaciones sacerdotales en este país sean tan escasísimas; y más, la verdadera razón de que la gente ponga cada vez menos en la declaración de la renta la x para destinar un porcentaje de los impuestos al clero católico. Cómo dice usted, estas son las consecuencias de que los obispos le pongan una vela a Dios y otra al Diablo. He estado reflexionando y discutiendo el contenido de su desgarradora afirmación y creo que podría tener usted algo de razón. Aunque permítame que le diga que no hacía falta equivocarse tanto para expresar lo mismo que piensan la mayoría de los ciudadanos de bien de este país. Que la jerarquía eclesiástica vasca no ha estado nada fina, se ha equivocado, ha metido la pata o ha respondido a intereses sospechosos. Y si usted está cargado de razón ¿a qué otros intereses responde lo de sacar el ventilador y esparcir mierda por todos lados? O es que ahora nos ha salido teólogo o estudioso de los fenómenos de secularización del hombre posmoderno? Hace falta demagogia barata y filosofía de grandes almacenes para escribirse esa panfletada y valor para pronunciarla sin sonrojo. Por cierto, me pregunto si fue usted alguno de los que perdió la vela -u otra cosa- que le puso su PP al diablo del episcopado para que firmara a toda costa un pacto antiterrorista de partidos políticos y ahora le pone otra al Dios de los obispos vascos para que no se metan en políticas ni en leyes de partidos. Lo de los obispos vascos, sin duda, un gallo en la opera. Pero lo suyo chirría más que Leonardo Dantés cantando el Barbero de Sevilla.

Fotografía de Javier de la Rosa