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SIN CONCESIONES

El optimismo como estrategia

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura4 min
Opinión10-06-2013

Dice un sabio proverbio que, cuando temes que una cosa acabe mal, siempre fallará algo. En cambio, cuando afrontas un reto con confianza y seguridad resultará asequible. El optimismo es mucho más que un estado de ánimo. A veces se convierte en un factor determinante para el destino de un individuo o de una sociedad en su conjunto. Cuando la depresión, el miedo o el pesimismo de instalan en un grupo de personas, su destino rueda generalmente hacia el fracaso. El ánimo influye incluso en la economía. En una crisis aparentemente interminable y de inmensas proporciones como la actual, el temor se asemeja a una lluvia fina que moja poco a poco hasta que, sin darse uno cuenta, cala hasta los huesos. El miedo a quedarse sin trabajo, el miedo a que persista la recesión, el miedo a no poder pagar la hipoteca o el miedo a quedarse sin pensión provocan un freno general en el consumo. Nadie compra lo que no necesita, nadie invierte y nadie gasta más allá de lo imprescindible. Así, la crisis se transforma en una espiral en la que la caída económica es cada vez más y más profunda. Cuando las circunstancias mejoran, nadie lo ve porque todos están ciegos de pesimismo. Esta espiral es precisamente la que quiere vencer el Gobierno de Mariano Rajoy. Busca invertir la tendencia y, para ello, necesita dar la vuelta también al estado de ánimo de los ciudadanos. Para conseguirlo ha puesto en marcha una nueva estrategia de comunicación desde el pasado 26 de abril. Aquel día fue el último con mensajes tenebristas. El Consejo de Ministros aprobó unas previsiones de lo más negras para los próximos años, lo que generó una gran alarma social en los hogares, en la calle, en las empresas y en los mercados. Un importante miembro del Ejecutivo me definió aquella comparecencia de Soraya Sáenz de Santamaría, Cristóbal Montoro y Luis de Guindos como un "inmenso error" porque oficializaba el pesimismo como estado de ánimo nacional. Así que el Gobierno cambió rápidamente de estrategia. Hasta entonces había necesitado un mensaje dramático para justificar los recortes del primer año y medio de mandato. Pero ahora que los tijeretazos más grandes han quedado atrás y que la Unión Europea ha dado dos años extra de margen a España, ya no hay motivo para seguir pintando de negro el futuro. Rajoy necesita vender optimismo para generar un ánimo de confianza que despierte el consumo y la inversión. Por eso, sus asesores han construido un eslogan con el que dar por acabada la primera fase de la legislatura: "El pesimismo ya está de retirada en España". Como las reformas del propio Gobierno no están surtiendo el efecto esperado y a la velocidad deseada, Rajoy pretende dar un empujoncito al sentimiento general para que la economía comience a andar. La estrategia es parecida a la que José Luis Rodríguez Zapatero empleó al comienzo de la crisis para tratar de esquivar la recesión. "¡A trabajar y a consumir!", arengó a sus propios compañeros al terminar el congreso federal que en julio de 2008 le reeligió como secretario general del PSOE. Zapatero quería evitar así que los ciudadanos se volvieran conservadores en el gasto y eso provocase un frenazo económico. Parecido fue el motivo que después le llevó a destinar 12.000 millones de inversión pública con el famoso Plan E para tratar de impulsar el empleo. Pero aquello sólo sirvió para disimular el problema e incrementar el agujero del déficit. Rajoy no es presidente de frases célebres ni gestos a la galería. Pero al afirmar que "el pesimismo ya está de retirada" está cometiendo una osadía impropia de él. Recuerda a otra en la que también incurrió Zapatero cuando estaba negociando con ETA el final del terrorismo. "Al año que viene estaremos mejor", sentenció horas antes de que la banda matase a dos personas con un coche bomba en el aeropuerto de Barajas. Ahí dinamitó la poca credibilidad que le quedaba. Rajoy utiliza ahora términos parecidos cuando habla de la economía. También pronostica que 2014 será mejor que 2013 pero todos los indicadores auguran que el paro crecerá aún más. Así que para la mayoría de los españoles el próximo será peor que este año. El Gobierno intenta convencer a los españoles de que lo peor ha pasado y seguramente tiene razón. Pero sugerir que han terminado los malos tiempos es muy peligroso. Primero, porque aún no es verdad. Y segundo, porque nada genera mayor frustración que la esperanza injustificada.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito