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ACHIQUE DE ESPACIOS

Rossi, espabila

Fotografía

Por Nacho García BarcoTiempo de lectura2 min
Deportes21-04-2002

Valentino Rossi no sólo es uno de los mejores pilotos del Mundial de motociclismo, para muchos el mejor, sino que además es simpático y muy extrovertido con los aficionados. Le gusta el amarillo, cae bien a la gente, le gusta llamarse The Doctor por su precisión para diseccionar la carrera encima de la moto y saber lo que tiene que hacer en cada momento, aconsejado en su equipo por todo un supercampeón como Mick Doohan. El mejor piloto tiene la mejor moto: una Honda de cuatro tiempos que, pese a ser todavía un pepino, porque está sólo en el comienzo de su desarrollo tecnológico –los ingenieros creen que en pocos años, los récords de los circuitos se pueden rebajar en tres o cuatro segundos–, ya muestra una superioridad patente, cuando no insultante, sobre el resto de sus rivales, sean de dos o de cuatro tiempos sus monturas. Por si fuera poco, Rossi combina la juventud –tiene 23 años– con un historial que lleva camino de ser el mejor de todos los tiempos: es el vencedor más joven de las tres categorías del Mundial –125 cc. en 1997, 250 cc. en 1999 y 500 cc. en 2001– y lleva camino de ser el único en lograr el título también en la cuarta, el MotoGP. Pero a veces, su facilidad de pilotaje y su ambición le juegan malas pasadas: uno de sus retos es ganar el Mundial a lo grande, con un pleno de puntos, logrando la victoria en cada una de las 17 pruebas de que consta. Maneras tiene para lograrlo, pero la colada de la última vuelta del Gran Premio de África le debe advertir de que los éxitos se logran no sólo con el esfuerzo, sino también con una dosis de humildad. Si el inmenso talento del Doctor se le va en un arranque de soberbia, como le pasó al subestimar a su compañero Ukawa, estropeará una parte de su prestigio pese a que consiga ser el mejor de los mejores. Rossi, espabila: cuidado con la soberbia, que es mala consejera.

Fotografía de Nacho García Barco