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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Cuando el derrotado gana

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura2 min
España25-06-2012

¿Alguien en su sano juicio cree de verdad que el Tribunal Constitucional habría dado el visto bueno a Sortu si ETA siguiese matando? Dicho lo cual sobraría cualquier tipo de lectura judicial sobre el fallo. Y allá el ingenuo que aún hoy se crea eso de la separación de poderes. O que al Gobierno le pilló de sorpresa la decisión. La legalización de Sortu responde a un momento político muy concreto y a un convencimiento general de que los atentados no volverán. En ese sentido, tiene razón quien denuncia que esto ha sido un premio a la banda o a su entorno por dejar de matar. O a una deseo de que esta situación se consolide. Pero ninguna de las dos cosas corresponde a los jueces. A lo largo de la historia los diferentes gobiernos han desarrollado distintas políticas antiterroristas. Algunas más afortunadas que otras. Algunas más legales que otras. Los hay que interiorizaron aquello del "empate infinito" y no les dolían prendas en reconocer que había que ceder en algo. Todos acabaron sentándose a negociar y todos fueron engañados. Y también hubo quien pensó que la derrota policial y judicial de los terroristas era posible. A la larga eso es lo que mejores resultados ha dado y lo único que nos ha traído hasta aquí. Sin embargo, da la impresión de que el Ejecutivo entiende amortizada esa estrategia y ya sólo se mantiene a la espera de un comunicado de disolución que difícilmente llegará. Unos y otros andan inmersos desde hace ya algún tiempo instalados en el concepto de la gestión del final del terrorismo. Dicho de otro modo, en ver quién saca más tajada de la cosa con las vistas puestas en las próximas elecciones. Improvisados planes de reinserción que abren la puerta a los acercamientos, mediáticos encuentros en prisión, terceros grados, reconocimiento de las víctimas policiales, peticiones para excarcelar a Otegi... Y es en esa construcción del relato con una mirada tan cortoplacista donde los demócratas se están equivocando. Aún no han condenado los 800 atentados. No han pedido perdón. Siempre serán lo que son. Pero Batasuna tuvo que incluir en los estatutos de Sortu un rechazo expreso de la violencia de ETA. Unos meses antes Rufi Etxeberria anunció que al brazo político de la banda no le quedaba más remedio que aceptar la ley de Partidos. Esto ha pasado únicamente porque estaban contra las cuerdas. Pero los hay tan torpes que prefieren atribuir el mérito a Otegi y por eso piden su excarcelación. Batasuna se podría haber presentado a las elecciones con esa imagen de derrotados, herederos de una banda que lo ha tenido que dejar porque no podía más, asumiendo a regañadientes la ley como todos los demás. En lugar de eso llegan como vencedores de un desafío al Estado y reforzados para seguir alimentando su victimismo gracias al apoyo más o menos voluntario de los partidos democráticos. En el horizonte esperan Otegi, los presos o, quien sabe, una nueva negociación. No se entiende.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio