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ARGENTINA

Actividad cero de los bancos en Argentina y por tiempo indeterminado

Por Raquel GonzálezTiempo de lectura1 min
Economía21-04-2002

Ya lo dijo Duhalde. “El corralito es como una bomba a punto de estallar”. Y para evitar la explosión, los bancos en Argentina permanecerán cerrados “por tiempo indefinido”. Se han quedado sin efectivo, no hay plata y todo ha venido provocado, según asegura y echa en cara el Gobierno de Eduardo Duhalde, por los recursos de amparo contra el corralito presentados ante la Justicia.

Esos recursos en su mayoría fueron aceptados y permitieron que algunos ahorradores sacasen su dinero secuestrado por el sistema del corralito. Según el Banco Central, desde el 1 de febrero y hasta el 17 de abril se sacaron de los bancos 2.500 millones de dólares, todo ello secundado por 20.000 recursos amparados en la justicia. “Así no se podía seguir ni un día más”, han llegado a admitir desde el Banco Central. Así que, hasta nueva orden, los bancos permanecerán cerrados tanto para efectuar transacciones bancarias como para cambiar divisas. La actividad será cero hasta que se apruebe una ley que refuerce el plan Bónex y la cual deba ser respetada a rajatabla por los jueces. De este modo no se podrán decretar más recursos de amparo contra el corralito y se acabará con la hemorragia de capital. A la crisis bancaria se le une la suspensión durante 30 días del Scotiabank Quilmes. Los argentinos, ante este nuevo susto, que ya circulaba como rumor desde hacía días, acudieron en masa a los cajeros automáticos, los cuales se quedaron sin efectivo a las pocas horas. Esta situación puede provocar un colapso social cuando mucha gente no disponga de efectivo para poder comprar ni siquiera alimentos. Mientras, las negociaciones continúan con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que se sigue resistiendo a dar ninguna ayuda a Argentina si ésta no controla su gasto público. Si al final se llega a un acuerdo, no será antes del mes de junio, según los cálculos de los funcionarios argentinos destacados en Washington.

Fotografía de Raquel González