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SIN CONCESIONES

Un paseo en taxi

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión15-04-2002

Montar en taxi es toda una aventura. Unas veces, se puede descansar y echar una cabezadita. Otras, no hay quien pegue ojo con los comentarios del conductor. Ocasionalmente, hay que rezar el rosario para llegar vivo al punto de destino. Y, algunas pocas, aflora una conversación profunda e interesante. Lo de menos suele ser el tema en cuestión. Cuando el diálogo es inteligente, hasta del más banal de los asuntos puede extraerse una lección. Esto último me ocurrió hace unos días, bajo el goteo incesante de la lluvia sobre el techo del automóvil y el claxon impaciente de los que llegaban tarde a ver un Real Madrid-Bayern de Munich por televisión. El chófer de turno era de lenguaje llano, pero educado. Muy sabio, mas humilde. Y progresista, aunque de valores tradicionales. Tardó poco en identificarse. Había militado durante años en el PSOE. En su día, fue amigo de Barranco, Almunia, Barrionuevo y otros tantos ex líderes socialistas. Defendía al partido con la misma ilusión que cuando era un niño. Pero también veía y denunciaba los errores. "A Zapatero -dijo- le falta controlar el partido". "La gente que tiene alrededor no vale para nada". "González debería asumir su marcha". "Y la rubia (Trinidad Jiménez), olvidarse de la alcaldía de Madrid. En política, hay que empezar desde abajo". Lo sabe él, que siempre estuvo en segunda fila de la Federación de Socialistas Madrileños (FSM). Pero la militancia no le restaba objetividad. "Gallardón sería un buen sucesor de Aznar. Si no es Rato, también Zaplana o Acebes". Olvidé preguntarle el nombre. Tampoco él se interesó por el mío. No hacía falta. Quizá se llamaba Pedro, Juan, Luis o Ángel. Sea como fuere, aquel taxista había dejado un buen día la política. Observó demasiados intereses ocultos y demasiada corrupción. Contempló cómo algunos compañeros tiraron por la borda su trabajo y su familia al rozar el poder. Algunos de ellos, o están o han pasado por la cárcel. Todos los conocemos. Él prefirió cambiar un despacho por el taxi. Y abandonó la estilográfica por la palanca de cambios. En una palabra: optó por la sencillez y la humildad. Ahora, gana lo justo. Enumera toda clase de improperios contra José María Álvarez del Manzano. Aborrece las obras de la capital y sufre con el tráfico. Pero él mismo lo reconocía. Ahora, es feliz.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito