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ANÁLISIS DE ESPAÑA

La Cofradía de la Santa Pancarta

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura2 min
España18-04-2010

Que no. Que en el siglo XXI no hace falta que nadie venga a salvar la democracia española. Mucho menos los argentinos, cuyo sistema sí que se debe desde hace tiempo sentarse un día consigo mismo. Que lo que si que está en peligro en España son los puestos de trabajo y el futuro de los cuatro millones de parados. Que esa debería ser la lucha de la verdadera izquierda. Que es sencillamente indigno que, después de tantos meses de crisis y tanto silencio cómplice, UGT y CCOO salgan ahora al rescate del juez Garzón. A no ser que estén preocupados por la inminente incorporación del superjuez a la cola del INEM tras su inhabilitación, lo que ya sería un comienzo. Que no. Que, no engañen. Que la democracia en España no está en peligro. Que, de los últimos 30 años, 20 han estado gobernados por el PSOE. ¡Que Franco murió en la cama!. ¿Dónde estaban entonces? Que la reducción de buenos y malos no suele ser acertada. Que los contubernios judeomasónicos o falangistas ni existieron antes ni existen ahora. Que la revisión de la memoria historia habría que empezarla por las ascendencias familiares de algunos que ahora enarbolan la pancarta de la lucha por la democracia que hicieron otros. Que no. Que la democracia no la debilita el Tribunal Supremo, sino quienes cargan contra las instituciones cada vez que no les siguen el juego. Ya sea con las fosas o con el Estatut. Que aunque la Constitución del 31 fue pionera y admirable en muchos aspectos, no es mejor que la del 78, que se hizo por consenso. Que salió adelante con el apoyo de los comunistas cuyo papel conciliador fue clave en la transición. Y que a partir de esa constitución se trataba de competir democráticamente. Si ahora el PC es algo residual, que no vayan a pedirle cuentas al juez Varela, ni a Franco. Que vayan a pedírselas a quienes pensaron que el seguidismo al PSOE, las pinzas y demás, eran una buena idea. O quien inventó la ruina del ecosocialismo y el comunismo al servicio de los nacionalismos. Que culpen a Llamazares y a Madrazo. Que no. Que al juez Garzón no le han sentado en el banquillo por juzgar a Franco, sino por saltarse la ley. Que no hay más que contar los votos de Falange en cada convocatoria para darse cuenta de que no es ningún poder fáctico en la sombra. Que la querella la presentó antes un sindicato que acostumbra a pegarle a todos los palos hasta que suena la campana. Que los del yugo y las flechas llegaron después. Que la Ley de Punto y Final de los países sudamericanos no es lo mismo que la Ley de Amnistía que obvió Garzón. Que ahora vengan los sindicatos incapaces de defender a sus trabajadores a cuestionar estas cosas es para echarse a temblar. Que lo hagan los argentinos... para echarse a reír. Que no, de verdad.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio