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ACHIQUE DE ESPACIOS

La medalla y el caradura

Fotografía

Por Nacho García BarcoTiempo de lectura2 min
Deportes24-02-2002

Abrumado aún por ese huracán llamado Johann Muehlegg, y sobrecogido por la instantánea que refleja su triunfo y su sufrimiento, ésa en la que aparece exhausto y roto, con la cara congelada, busco ahora una explicación a este fin de semana loco que ha acompañado a los Juegos Olímpicos de Invierno de Salt Lake City y, en concreto, al equipo español de esquí de fondo. Primero porque ese alemán españolizado que ha dejado bien alto el pabellón nacional, con dos medallas de oro, sumó una tercera en la prueba de 50 kilometros. A partir de ahí, sólo pensé dos cosas. Una, lo grande y genial que es este atleta, un todoterreno de esa modalidad y un ganador nato; y segundo, en Paco Fernández-Ochoa, un caradura inmenso. ¿Qué diría ahora el destronado y llorón rey del esquí español? Exacto, me lo imaginaba. Ahora, achantado por el aluvión de críticas llegadas desde cualquier punto del país, el bueno de Paquito se subió al carro del triunfador y lo felicitaba, lo elogiaba... Antes negro y ahora blanco. Lo malo de todo esto es que tan sólo unas horas después de oír por tercera vez en los juegos blancos el himno español, con Muehlegg y su oro bien relucientes, otra vez el dopaje ha aparecido en escena. Después un control sorpresa de hace unos días, ahora resulta que Juanito no es tan especial y diferente como nos creíamos, sino que es como los demás. Una sustancia variante de la temida EPO -darbepoyetina- ha aparecido en su sangre y el COI ha decidido, en reunión de urgencia, descalificar a Muehlegg de la carrera ganada y, por tanto, desposeerlo de su tercera medalla. Lo único que ha hecho el atleta nacionalizado español ha sido tomar lo que toman otros, o la gran mayoría, es decir, suplementos sin más intención que la de mejorar como corredor. Sin más. Nada de cosas raras. Por eso, mientras le doy vueltas a lo que pasará ahora por la cabeza del veleta Fernández Ochoa, yo le concedo a Muehlegg el beneficio de la duda. ¡Ah! Y sigo pensando que es un pedazo de atleta.

Fotografía de Nacho García Barco