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ACHIQUE DE ESPACIOS

El paso definitivo

Fotografía

Por Nacho García BarcoTiempo de lectura2 min
Deportes10-02-2002

Siempre he pensado que al talento no se le debe mirar el carné de identidad. Y si se trata de deportistas, menos, porque sus números hablarán por ellos, para bien o para mal. En efecto, eso le ocurre a Johann Muehlegg, ese portento alemán que un buen día decidió hacerse español para alcanzar la gloria más fácilmente. Ese día ha llegado: Johann ha pasado a ser Juanito para todos y España se ha rendido a su corazón de esquimal. Se ha unido a esa legión de adoptados que defienden orgullosos una nación que les trató como a hijos. Quizá por eso Muehlegg ya es parte de la historia del deporte español, igual que Sandra Myers, Niurka Montalvo, Nina Jivanevskaia y Martín López Zubero, aunque algo le otorga un toque distintivo. Entre su simpatía y su potencia como esquiador de fondo se esconde la historia de un teutón que, en guerra con la federación alemana, decidió buscarse en otras nieves la oportunidad de sacar lo que llevaba dentro. Para ello renunció a su afición a las salchichas, logró entrar en la órbita de la federación española de deportes de invierno y, eso y comenzar a ganar, fue todo uno. Con unos cuidados y una preparación especiales, Muehlegg no llevaba un mes con el pasaporte en el bolsillo cuando se alzó con su primer triunfo importante en la Copa del Mundo en 1999. Luego llegó el campeonato del mundo de 50 kilómetros en Finlandia y ahora el repaso de este depredador del esquí de fondo en los juegos olímpicos de invierno en Salt Lake City. Como no se ha convertido en español por razones económicas, de amor, o matrimonio, hay que valorar más si cabe todo lo que está haciendo Juanito, que es como le gusta que le llamen. Él es un caso atípico, pero también un deportista diferente. Con su superioridad y su potencia va sobrado sobre la nieve, a la vez que sigue agrandando la leyenda de un país que se hace grande por no mirar el carné de identidad de nadie.

Fotografía de Nacho García Barco